miércoles, 16 de abril de 2014

La venida de Dios al mundo: ANEXO (3 de 3) [José Martí]

5 de 7 (anexo 1)
6 de 7 (anexo 2)
7 de 7 (anexo 3)

Gracias, como digo, a la venida de Dios al mundo, hemos conocido el amor. Veamos algunas de las características propias del amor perfecto, a través de los textos bíblicos del Nuevo Testamento.

1. Reciprocidad y bilateralidad:


"¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y lapidas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como la gallina reúne a sus polluelos bajo las alas, y no habéis querido!" (Mt 23,37) 

"Mira que estoy a la puerta y llamo. Si alguno oye mi voz y abre la puerta, Yo entraré a él y cenaré con él y él cenará conmigo." (Ap 3,20)


"Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos? "Sí, señor, Tú sabes que te amo" (Jn 21,15)


"Mira que vengo pronto y conmigo mi recompensa para dar a cada uno según sus obras" (Ap 22,12) 


2. Totalidad:


"Como hubiera amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin" (Jn 13,1) 


3. Unidad y compartición de vidas:


"Que todos sean uno: como Tú, Padre, en Mí y Yo en Tí, que también ellos sean uno en nosotros, para que el mundo crea que Tú me has enviado" (Jn 17,21)


"Padre Santo, guarda en tu Nombre a los que me has dado, para que sean uno como nosotros" (Jn 17, 11) 


4. Intimidad:


"Al que venza le daré del maná escondido; y una piedrecita brillante, y escrito sobre ella un nombre nuevo que nadie conoce, sino el que lo recibe" (Ap 2,17) 


5. Igualdad y ausencia de secretos:


"Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe qué hace su señor; a vosotros os he llamado amigos, porque todo lo que he oído de mi Padre os lo he dado a conocer" (Jn 15,15) 


6. Gozo compartido:


"Ahora voy a Tí y digo esto en el mundo para que tengan mi gozo completo en sí mismos " (Jn 17, 13)



Todas estas notas, que son características propias del verdadero amor: la entrega recíproca y total de los que se aman, la igualdad, la intimidad, la vida compartida, donde cada uno es del otro y viceversa, gozo, ... todo esto y mucho más se encuentra expresado de un modo inigualable y extraordinariamente bello en el Cantar de los cantares (Antiguo Testamento). Si lo leemos a la luz del Nuevo Testamento podemos ver en el esposo a Jesús y en la esposa a cada uno de nosotros (individualmente considerado) 


Esposo


"¡Qué hermosa eres, amada mía, qué hermosa eres!" (Cant 4,1) 


"Me robaste el corazón, hermana mía, esposa, prendiste mi corazón en una de tus miradas" (Cant 4,9). 


"Dame a ver tu rostro, dame a oír tu voz, que tu voz es suave y es amable tu rostro" (Can 2,14)


Esposa:


"¡Qué hermoso eres, Amado mío! ¡Qué gracioso!" (Cant 1,16). 


"Más deliciosos que el vino son tus amores" (Cant 1,3)


 "Yo soy de mi amado y mi amado es mío; él pastorea entre azucenas" (Cant 6,3).


 "Yo soy para mi amado y a mí tienden todos sus anhelos" (Cant 7,11)


Conocemos, con gran perfección, el Amor que Dios nos tiene. Y esto lo conocemos después de que Adán y Eva cometieran el pecado de origen que dio lugar a la venida de Jesucristo al mundo para salvarnos y hacernos partícipes de su propia Vida, si nosotros lo aceptábamos. 


Ante esta realidad, ahora ya conocida, del Amor de Dios; una realidad conocida posteriormente al pecado cometido, tenemos a nuestra disposición una serie de características propias del amor verdadero. Mi razonamiento es el siguiente. Si, como así es, Dios es Amor (¡aunque esto lo sepamos ahora y no antes!) entonces Dios ha sido siempre Amor desde toda la eternidad, por expresarlo de alguna manera. Y si en Dios todo es perfección, su Amor ha de ser perfecto. [Y partimos del hecho de que Dios ama al hombre]. Pero no cabe hablar de perfección en el amor si no se da la reciprocidad entre los que se aman. Y tal reciprocidad entre Dios y cada uno de nosotros no hubiese sido posible si Él no se hubiese hecho hombre como nosotros, porque ¿cómo podríamos amar a Aquel a quien no vemos, una vez que hemos entendido que la perfección del Amor supone bilateralidad en el amor? 


Por lo tanto, y como conclusión: siendo el Amor de Dios un amor perfecto y dado que el amor perfecto supone la perfecta reciprocidad entre los que se aman, no es concebible que el hombre pueda amar a Dios como su amigo, como su otro yo, a menos que pueda verlo, tocarlo, palparlo, besarlo y abrazarlo; en definitiva, a menos que exista como hombre, con un cuerpo verdadero de carne y hueso como el nuestro. Esa es la razón por la que pienso que, aunque el hombre no hubiera pecado, Dios se habría hecho hombre de todas maneras, pues verdadero y perfecto es su Amor hacia nosotros, el cual, si es perfecto, nunca puede ser unilateral.


En fin, todas estas cosas no dejan de ser más que meras elucubraciones. Lo cierto y verdad es que lo que ha ocurrido es lo que ha ocurrido. Y lo que ocurrió es que Jesús vino realmente al mundo para librarnos del pecado y hacer posible que, unidos a Él mediante su Espíritu, nosotros pudiéramos amar también al Padre, como el Padre se merece, de la misma manera en que somos amados por Él. Esto sólo es posible en Cristo Jesús. Y en ningún otro. Y con su venida nos ha enseñado a vivir, pues nos ha enseñado a amar, ya que sólo amando y siendo amados la vida tiene sentido. Para eso hemos sido creados. 


La exclamación "¡Feliz culpa!", que pronunció San Agustín en una homilía, se refiere a la falta de Adán y Eva, pues ésta determinó la venida del Redentor. Sin ese pecado original de nuestros primeros padres, ¿hubiera conocido la humanidad a Jesucristo? [Yo pienso que sí, pero es una mera opinión personal. Y lo que ocurrió es algo que no se puede cambiar] De ahí la calificación de feliz dada al error de Adán: Feliz culpa que nos ha traído a tal Salvador.  La Iglesia Católica canta en el Sábado Santo la siguiente estrofa: 



"Necesario fue el pecado de Adán, 
que ha sido borrado por la muerte de Cristo.
 ¡Feliz la culpa que mereció tal Redentor!"

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.