domingo, 3 de abril de 2011

Poesía y Realidad (José Martí)

Es imposible abordar un tema tan complejo en pocas páginas, de modo que me ceñiré a lo que considero que es esencial en ese eterno misterio de la poesía.

Casi siempre se asocia la poesía sólo a la imaginación, a algo irreal propio, más bien, de personas desocupadas. Bien, esto ciertamente suele ser así cuando nos referimos a lo que normalmente se entiende por poesía: relación de versos que riman. Y nada más. Pero eso tiene un nombre: versificación. Y no tiene nada que ver, en principio, con la poesía, con la auténtica poesía. Esa es la razón por la que tantas veces oímos decir que a la gente no le gusta la poesía; y es que, por lo general,  no suele ser verdadera poesía la que leen o escuchan, sino versificaciones carentes de belleza. En ese sentido no les falta razón en lo que piensan.

Sin embargo, la verdadera poesía siempre emociona,  y llega a lo más profundo de las personas: siempre dice algo, tanto al autor como al lector. La poesía va íntimamente ligada a la belleza, posee el atractivo de la belleza.  Y siempre dice algo nuevo al que la lee por segunda o tercera vez, aunque las palabras que lea sean las mismas. Tal es su profundidad. Es más: la poesía auténtica va mucho más allá del tiempo en el que ha sido escrita. Se podría decir que tiene un cierto carácter de eternidad.

Para que haya poesía no se requiere necesariamente de la rima. Existe también la prosa poética. Hay muchos libros, escritos en prosa, que son verdaderos poemas. Entre ellos podemos citar la Divina Comedia (de Dante Alighieri), el Principito, (de Antoine de Saint-Exupéry), el Señor de los Anillos (de J.R.R. Tolkien) y muchos otros.

Si hubiese que dar alguna definición de lo que se entiende por poesía, aunque la definición siempre se quedará corta, yo tomaría prestada aquella que dio Gustavo Adolfo Bécquer en su rima XXI: 


¿Qué es poesía? –dices mientras clavas
en mi pupila tu pupila azul.
¿Qué es poesía? ¿Y tú me lo preguntas?
Poesía… eres tú 

(Gustavo Adolfo Bécquer, 1836-1870) 

Si observamos con detenimiento, nos encontramos con el hecho-sorprendente- de que la poesía no es algo, sino alguien: “Poesía…eres tú”. Para ser más claros: el enamoramiento es poesía.  La respuesta que da Bécquer acerca de lo que se entiende por poesía tiene lugar “mientras siente clavada en su pupila la pupila azul de su amada”. Es sólo en ese ambiente amoroso donde la poesía se muestra en toda su profundidad y belleza.

He encontrado también una descripción preciosa de poesía que anoto a continuación:

La poesía es un ave del cielo
que alguna vez desciende hasta la tierra
y derrama una gota de consuelo
entre los desterrados hijos de Eva.

No se deja encerrar en los palacios
ni se deja asombrar por las riquezas;
mas en el campo, entre sencillas gentes,
sus alas de oro y su canción despliega.

(Jacinto Verdaguer: 1848-1902)

En cualquier caso, la poesía no es un mero sentimiento imaginativo, sino que tiene mucho que ver con la realidad, en concreto con la realidad de la presencia de la persona amada, sin la cual se desvanece y desaparece. La poesía es un intento de expresar la belleza de esa tremenda y maravillosa realidad que es el amor. Un amor que supone siempre el encuentro con “el otro”,  un encuentro que, para ser auténtico, ha de serlo en mutua reciprocidad. 


Todo esto que es cierto en un plano meramente humano adquiere unas dimensiones extraordinarias y, por lo tanto,  sublimes, cuando de lo que se trata es del amor divino-humano. Porque no debemos olvidar dos cosas: primero, que el ser humano (hombre y mujer) ha sido creado a imagen y semejanza de Dios (Gén 1, 27) y segundo, que Dios es Amor (1 Jn 4,8) (amor escrito con letras mayúsculas).

Por lo tanto, si tan maravilloso es el amor humano, tan indescriptible, tan hermoso, tan real ¿qué no será la fuente de ese amor, que es Dios mismo? Y si la poesía es el mejor modo que tenemos para expresar la realidad del amor humano,  entonces la expresión del Amor divino requiere también de la poesía; y en este caso, de una Poesía mucho más elevada y mucho más hermosa todavía, pues hace referencia, en concreto, al amor íntimo y personal que Dios, origen de todo amor, profesa a cada ser humano. Toda persona es única para Dios y amada por Él con inmenso amor, un amor que espera ser correspondido, puesto que el amor es siempre cosa de dos: en este caso, Dios y cada uno de nosotros. Sin reciprocidad entre los que se aman no cabe hablar de amor. La reciprocidad es esencial en todo amor, si es verdadero amor. 

Siendo esto así la Biblia, que nos habla del Amor que Dios nos tiene y del amor que desea que le tengamos, resulta ser el Libro Poético por antonomasia. Y Dios, que es el Sumo Hacedor y Creador por Amor de todo cuanto existe, es también el Poeta por excelencia.  Toda la Biblia se revela, pues, como lo que realmente es: un hermoso Poema, el más hermoso de los poemas que jamás haya sido escrito, sobre todo el Nuevo Testamento. Pero ya en el Antiguo Testamento, en particular en  el Cantar de los Cantares, encontramos versículos de una belleza extraordinaria. Escribo alguno de ellos a continuación, como una pequeña muestra de lo que digo (hay muchísimos más); en ellos  se establece un diálogo amoroso entre la amada (en quien nos podemos ver reflejados cada uno de nosotros) y el Amado (que hace referencia a Dios mismo):

El amado:

¡Qué hermosa eres, amada mía,
qué hermosa eres!
Tus ojos son palomas (Ca 1,15)

La amada:

¡Qué hermoso eres, amado mío!
¡Qué gracioso! (Ca 1, 16)
……
¡La voz de mi amado!
Ya está aquí, ya viene
saltando por los montes,
brincando por los cerros (Ca, 2,8)

El amado:

¡Levántate, ven, amada mía,
hermosa mía, vente!
Paloma mía,
….
Muéstrame tu cara,
hazme escuchar tu voz;
porque tu voz es dulce
y tu cara muy bella (Ca 2,13-14)

La amada:

Mi amado es para mí;
y yo para él (Ca 2, 16)

Es realmente impresionante que Dios nos haya querido amar de ese modo. Decía el mismo Bécquer, hablando de la religión católica: LA RELIGIÓN ES AMOR; y EL AMOR ES POESÍA…; y, porque es amor, LA RELIGIÓN ES POESÍA (El Contemporáneo, 4-IV-1861… 23-IV-1861). Como se puede apreciar, para los entendidos en Lógica aristotélica,  se trata de un silogismo en "bárbara", con sus premisas y su conclusión. En fin: resumiendo y matizando estas palabras del gran poeta Gustavo Adolfo Bécquer: 

Si consideramos, por una parte, que lo que da sentido a la vida, "la realidad" de la vida, es el amor. Y, por otra, que "la poesía" (la verdadera poesía) se refiere siempre al amor: “Poesía… eres tú”, podemos concluir que, en cierto modo, realidad y poesía se identifican.

Pero si, además, damos un salto, y consideramos que “más real” aún que el amor humano es el Amor divino, causa y origen de todo amor, debemos concluir, con Bécquer, que la Religión (que hace relación a Dios, que es Amor) es, por eso mismo, Poesía; o dicho de otro modo: Dios es el Poeta por antonomasia, puesto que Dios es Amor, y el Amor es Poesía. Y, al ser el Amor la gran Realidad, la que lo explica todo (…”el Amor que al Sol mueve y a las estrellas”, que decía el poeta Dante), nos encontramos con que Poesía y Realidad son una misma cosa y, además, ambas se identifican con Dios: a su luz se explica cualquier otra realidad, entre ellas, el amor humano, al que hacía referencia Bécquer en su poema.

San Juan de la Cruz, en su “Cántico Espiritual”, dirigiéndose al Amado (que es Jesucristo) escribe poesías muy bellas. Valga tan solo un ejemplo (pues todas son extraordinarias):

Descubre tu presencia
y máteme tu vista y hermosura;
mira que la dolencia
de amor que no se cura
sino con la presencia y la figura.

A mi manera (no tengo otra) me atrevo, yo también, a dirigirme al Gran Poeta (¡demasiado atrevido, a mi entender!), porque sé que es, además, mi Gran Amigo, en la confianza de que Él comprenderá y suplirá la deficiencia de mis torpes palabras, y las transformará en otras mucho más hermosas y dignas de su Gloria; en todo caso, pongo en estas palabras mi entero corazón y todo mi cariño, completamente convencido de que las aceptará y las acogerá, en un modo que rebasa cualquier imaginación humana, puesto que, si algo es cierto es que Él no se deja vencer en generosidad:

Tú eres Poesía
y Belleza reside en tu Mirada,
colmando de Alegría,
jamás imaginada,
a todo el que recibe tu llamada.