lunes, 14 de agosto de 2017

La homilía de hoy: la tempestad calmada (Padre Jorge González)



Siempre se ha identificado la barca de Pedro con la Iglesia. Hoy nos encontramos, en el evangelio, con esa barquita en medio de una tempestad. No hace falta pensar mucho para identificar la tormenta con este tiempo actual en el que la iglesia trata de vivir en fidelidad a Jesucristo.
Borrascas desde el mundo, y cada vez parecieran más fuertes. El avance del laicismo, el odio a la religión, ataques a los principios más básicos no solo de la Iglesia, sino de la ley natural. El ambiente es complejo. Asaltos a iglesias y capillas, pintadas, profanaciones, procesiones burlescas… ¿sigo? Intentos de expropiación de la catedral de Córdoba, leyes sobre ideología de género, intentos de manipular la educación concertada, demandas contra sacerdotes y obispos por predicar la fe y la moral de la Iglesia… Hay gente que no lo reconoce, pero los hechos son tercos.
Muchos tenemos también la sensación de una fortísima galerna desde dentro de la misma institución eclesial. No es normal que unos obispos contradigan abiertamente a otros, que la liturgia sea creativa, la moral según como y el catecismo papel mojado.
No creo que esté exagerando. Qué digo temporal, tormenta o galerna, digo un huracán tropical de grado máximo. Tanto que muchos católicos se sienten cansados, derrotados, con ganas de esconderse en su particular catacumba y no querer saber nada de lo que está pasando.
Aquí, ahora, resuenan las palabras del Maestro: no tengas miedo. Grandes y necesarias palabras. Sí, hay tormentas, pero no vamos a tener miedo porque nos fiemos de aquel que tiene poder sobre todo y sobre todos.
Impactante primera lectura: el susurro de una brisa suave. Aunque solo veamos lo negativo, o lo más contradictorio parezca ganar terreno, hoy es un día también para contemplar los signos callados y oscuros que hablan de fe, de vida, del triunfo de Cristo, que, en definitiva, nos llenan de esperanza.
Nadie hablará de las capillas de adoración perpetua extendidas por toda la Iglesia, ni de la nuestra, con cuatro años y medio de existencia. Jamás harán ruido los miles de contemplativos que en el mundo dan su vida por Cristo. De puntillas veremos camnar de un lado a otro a miles de sacerdotes que intentan ser fieles a su vocación llevando las almas a Cristo. Pasarán desapercibidas todas las personas, las familias que en este domingo de agosto acudirán a celebrar la eucaristía en cualquier templo del mundo. Callarán los medios ante tantas buenas personas que, a pesar de todos los pesares, siguen profesando el credo, intentan cumplir los mandamientos, piden perdón por sus pecados, enseñan a rezar a sus hijos, ayudan a los pobres y cada día alaban a Dios de corazón.
Estos son hoy el sostén de la Santa Madre Iglesia. Por eso cuando vemos la tormenta, nos asustan las cosas y el futuro pinta sombrío, nos asomamos a esta sencilla y profunda realidad compuesta de claustro, capilla, parroquia, familia, asociaciones, grupos y personas que, en su más absoluta sencillez, son hoy el auténtico rostro que nos muestra la misericordia y la salvación que se nos dan de parte de Dios. 
Padre Jorge

Santa Clara: Dios es el todo, el que da a todo su sentido (P Santiago Martín)

Duración 8:48 minutos