martes, 15 de abril de 2014

La venida de Dios al mundo: ANEXO (1 de 3) [José Martí]

5 de 7 (anexo 1)
6 de 7 (anexo 2)
7 de 7 (anexo 3)

Hay una pregunta que tengo "in mente" desde hace ya mucho tiempo. Y es ésta: Si nuestros primeros padres no hubiesen pecado, ¿habría venido Jesús al mundo?. Es imposible conocer la respuesta. Se podrán aventurar algunas, pero ninguna (en mi opinión) podría enunciarse como indiscutible, porque la pregunta, en sí, es un futurible: nunca se podrá obtener una respuesta segura acerca de algo que podría haber sido, pero que jamás ocurrió.

Razonando, desde la lógica, y haciendo uso de los datos de los que dispongo  actualmente voy a esbozar lo que me parece a mí que podría ser una respuesta plausible; y pienso, además, que no es descabellada. El dato que tomo como cierto, y como punto de partida, es la existencia real de Jesucristo. Esto es un hecho histórico que nadie puede negar: podemos leerlo en este enlace , en este otro  y, sobre todo, en éste

Dado que es indiscutible la existencia histórica de Jesucristo, es preciso conocer la vida de Jesús. Aunque haya algún escrito pagano y judío al respecto, la lectura de estos escritos sirve, más que nada, para corroborar que Jesús existió realmente, pero poco más. En cambio, si queremos conocer lo que ocurrió realmente necesitamos leer los Evangelios; todos ellos, tanto los sinópticos (de San Mateo, San Marcos y San Lucas) como el Evangelio de San Juan. Y eso sí: hacerlo desde la fe o, al menos, desde el convencimiento de que lo que se relata en  ellos es verdad (aunque algunas cosas no se entiendan).

Si se quiere profundizar más en la vida de Jesús y en la Historia de la Iglesia por Él fundada necesitaríamos entonces estudiar en profundidad todos los escritos del Nuevo Testamento y, al menos, algunos del Antiguo Testamento, aquellos que hacen referencia a Él. En cualquier caso, nunca llegaríamos a abarcar por completo su conocimiento, puesto que son palabra de Dios ... y Dios es infinito. Por otra parte, tampoco es necesario ser un exegeta para alcanzar el conocimiento mínimo necesario. De hecho, esto son palabras del mismo Jesús: "Yo te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a los sabios y prudentes y se las has revelado a los pequeños" (Mt 11,28). De donde se deduce que no tenemos que ser sabios ni nada por el estilo para conocer lo esencial del mensaje evangélico. 

¿Y qué es lo esencial?  Aparte de que se encuentra en diversos lugares de los Evangelios, sin embargo, vamos a echar mano también del Nuevo Testamento. Así, por ejemplo, queda claro, en primer lugar que "sin fe es imposible agradar a Dios, pues es preciso que quien se acerca a Dios crea que existe y que es remunerador de los que le buscan" (Heb 11,6). Eso por una parte. De hecho decía San Juan: "Ésta es la victoria que ha vencido al mundo: nuestra fe" (1 Jn 5,4). Pero lo más importante de todo es la caridad, pues "aunque tuviera tanta fe como para trasladar montañas, si no tengo caridad, nada soy" (1 Cor 13,2).  A continuación San Pablo explica cómo se manifiesta esa caridad y en qué consiste: "La caridad es paciente, es servicial; la caridad no es envidiosa, no es jactanciosa, no se engríe, no es ambiciosa, no busca su propio interés, no se irrita, no piensa mal, no se alegra de la injusticia, se complace en la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. La caridad no acaba jamás" (1 Cor 13, 4-8). Viene a ser como una explicación, aunque incompleta, de lo que dijo Jesús: "Un mandamiento nuevo os doy, que os améis unos a otros; COMO YO OS HE AMADO, AMAOS TAMBIÉN UNOS A OTROS. En esto conocerán todos que sois mis discípulos" (Jn 13,34-35). 

Ésta es, pues, la enseñanza fundamental que Jesucristo nos vino a traer, una enseñanza que podemos resumir en las palabras del apóstol Juan, el discípulo amado, cuando dice: "Quien no ama no conoce a Dios, porque DIOS ES AMOR. En esto se manifestó el amor de Dios: en que envió a su Hijo Unigénito para que vivamos por Él. En esto está el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Él nos amó y envió a su Hijo como propiciación por nuestros pecados" (1 Jn 4, 8-10). Y más adelante: "Nosotros vimos y damos testimonio de que el Padre envió a su Hijo como Salvador del mundo(1 Jn 4,14)....Por eso, "nosotros que hemos creído, conocemos el amor que Dios nos tiene" (1 Jn 4,16). Se trata, pues, de amar; y de amar como Él nos amó; y para esto no es necesario ser ningún sabio ni ningún exegeta. Una persona sencilla, que tenga fe en Dios, manifestado en Jesucristo, y que viva conforme a la ley de Dios, "sabe" mucho más de Dios que cualquier renombrado teólogo que no tuviese esa sencillez de corazón. Ésa es la clave: "Dios es amor, y quien permanece en el amor, permanece en Dios y Dios en él" (1 Jn 4,16). No hace falta nada más.


(Continuará)