miércoles, 31 de agosto de 2016

Para un cristiano el abrazarse a la cruz y el ejercicio de la caridad no son una opción sino un deber (Padre Javier Martín)


Duración 9:52 minutos

Homilía pronunciada el 21 de Agosto de 2016 acerca de "la puerta estrecha" de la que habla Jesús en el Evangelio cuando dice que sólo se salvarán aquéllos que entren por ella. ¡Y que éstos son pocos!

El Conmonitorio a cámara lenta (12). DOCTRINA DE ESTOS HEREJES




12. Antes de seguir adelante, quizá se espera que me detenga a exponer las doctrinas heréticas de quienes acabo de mencionar: Nestorio, Apolinar y Fotino.

En verdad, esto se saldría de mi intento, porque no me he propuesto refutar los errores uno a uno. Si he echado mano de algunos ejemplos ha sido para demostrar, con claridad y evidencia, que cuanto dice Moisés es verdad, o sea, para demostrar que, si un doctor de la Iglesia -un profeta, podríamos decir- que interpreta los misterios proféticos, intenta introducir alguna novedad en la Iglesia de Dios, es la Providencia de Dios quien lo permite para probarnos.

No obstante, no será inútil exponer, de pasada, las doctrinas de los herejes antes citados.

- En cuanto a Fotino, dice que existe un Dios único y solo, que hay que entender según la mentalidad judaica. Niega, por tanto, la plenitud de la Trinidad y mantiene que ni el Verbo de Dios ni el Espíritu Santo son personas reales. Afirma, además, que Cristo fue solamente un hombre que tuvo su origen en María. Reafirma, de todas las maneras posibles, que debemos honrar a la sola persona de Dios Padre, y a Cristo como puramente hombre.

- Apolinar declara que está de acuerdo con nosotros sobre la unidad de la Trinidad, aunque luego, sobre este mismo punto, su fe no es del todo íntegra. Acerca de la Encarnación del Señor blasfema abiertamente. Dice que en la carne de Nuestro Salvador no había realmente un alma humana, o si la había, no tenía inteligencia ni razón humanas.

 La carne del Señor no fue tomada de la carne de la Santísima Virgen María -afirma-, sino que descendió del cielo al seno de la Virgen. Siempre inconcreto y vacilante, a veces afirmaba que esa carne es coeterna al Verbo de Dios, otras veces que es creada por la divinidad del Verbo. No admitía que en Cristo hay dos sustancias, una divina y una humana, una proveniente del Padre y otra de la Madre.

Pensaba realmente que la misma naturaleza del Verbo estaba dividida, como si una parte de Él permaneciese eternamente en Dios, mientras que otra parte se había encarnado.  Así, mientras la verdad afirma que hay un solo Cristo, formado por dos sustancias, él sostenía, al contrario, que dos sustancias se formaron de una sola divinidad de Cristo.

- Nestorio está infectado por un morbo totalmente opuesto al de Apolinar
A primera vista parece que distingue sencillamente dos sustancias en Cristo, pero de repente introduce dos Personas. Cometiendo un crimen inaudito, afirma que hay dos Hijos de Dios, dos Cristos, uno es Dios y el otro es hombre, uno es engendrado por el Padre, el otro es nacido de la Madre. Por eso concluye que María Santísima no puede ser llamada Theotokos, Madre de Dios, sino solamente Christotokos, Madre de Cristo, en cuanto que de ella nació no el Cristo que es Dios, sino el Cristo que es hombre.

Solamente alguien que no reflexione puede creer que Nestorio, en sus escritos, admite un solo Cristo y predica una sola persona de Cristo. En realidad, se expresó de una manera engañosa, para poder más fácilmente insinuar el mal a través del bien, según nos dice el Apóstol: "por medio de lo que es bueno me ha dado la muerte" (Rom 7, 13).

Si en alguna parte de sus escritos proclama que cree en un solo Cristo y en una sola persona de Cristo, lo dice solamente para engañar. En realidad afirma que después de haber nacido de la Virgen, las dos personas se reunieron en un solo Cristo, manteniendo así que en el tiempo de la concepción o del parto virginal -e incluso durante un cierto tiempo después- hubo dos Cristos. Según esto, Cristo habría nacido primero como un simple hombre ordinario, sin estar todavía asociado en la unidad de persona al Verbo de Dios; sólo después habría descendido en él la persona del Verbo que lo asumiría. Y si ahora Cristo sigue asumido en la gloria de Dios, hubo, no obstante, un tiempo durante el cual no había ninguna diferencia entre Él y los demás hombres.