martes, 9 de diciembre de 2014

El amor a uno mismo (3 de 4) [José Martí]


Dios creó al hombre a su imagen y semejanza. Y dado que Dios es Amor, el hombre cumplirá el fin para el que ha sido creado en la misma medida en la que ame. Eso es lo propio del hombre y para eso ha sido creado. 



Amando el hombre se realiza a sí mismo como hombre, lo que tiene lugar mediante el acercamiento a Dios, quien es todo Amor. En tanto en cuanto un hombre conozca más a Dios, como Amor, y ponga todos los medios a su alcance para asemejarse más a Él, podrá decir que es más "sí mismo"; es "más hombre", por decirlo de algún modo, pues hace realidad en su propia vida aquello que es por esencia. 


De ahí que cuando el hombre se aparta de Dios [del Dios que es Amor, que es el único Dios y el verdadero Dios], se vuelve inhumano: egoísta, perezoso, holgazán, que busca sólo su propio interés, etc ... El hombre separado de Dios es "menos hombre", si se me permite la expresión; actuando contra Dios actúa contra sí mismo y en ello lleva ya su propia desgracia y desdicha.


Pero volvamos de nuevo a la pregunta inicial: ¿Cómo puede un hombre amarse a sí mismo? Como sabemos, el amor se da siempre entre un "yo" y un "tú" diferentes, en mutua y total reciprocidad del uno hacia el otro y del otro hacia el uno. Así las cosas, si entendiésemos el amor a uno mismo como el amor del "yo" hacia el propio "yo", incurriríamos en una contradicción; no cuadra con aquello en lo que consiste el amor que supone siempre una relación interpersonal; y, en este sentido, una persona, como tal persona, no podría amarse a sí misma


En mi opinión -yo así lo pienso- la palabra "amor", cuando se refiere al amor que uno se tiene a sí mismo, está siendo empleada en un sentido diferente al amor- enamoramiento, pues éste necesita de dos que se amen: "Yo soy para tí y tú eres para mí". Es evidente que no es de esta manera como debe entenderse el amor por uno mismo, amor que -ciertamente- es necesario; y que es, además, un mandato divino, hasta el punto de que se toma como referencia respecto al amor que se debe de tener a los demás: "Amarás a tu prójimo como a tí mismo" (Lc 10,27)




El amor, cuando es entendido como amor hacia sí mismo, es algo que toda persona posee de modo innato, desde que nace, "pues nadie aborrece nunca su propia carne, sino que la alimenta y la cuida" (Ef 5, 29). Y en el caso de los cristianos, además de esa razón natural, existe una razón aún más profunda, de carácter sobrenatural : "porque somos miembros de su Cuerpo" (Ef 5, 30). Nadie debe aborrecerse a sí mismo jamás; y un cristiano menos que nadie, pues el amor hacia sí mismo debe de ser "como Cristo ama a su Iglesia" (Ef 5, 29). Decir, pues, que un cristiano desprecia su cuerpo, porque el cuerpo es algo malo, es una calumnia. 


[No hay que confundir a un cristiano con un gnóstico: éstos sí que consideran su cuerpo como un enemigo, al que deben odiar. La herejía gnóstica, condenada por lo Iglesia, ha aparecido con diversos nombres (maniqueísmo, cátaros o albigenses, etc) a lo largo de la historia y sigue estando presente hoy en día, en numerosas sectas, en especial en las sectas protestantes, para quienes la naturaleza humana está corrompida y la salvación sólo es posible mediante la fe. Como decía Lutero: "Peca mucho, pero cree más"]

En mi opinión -en lo que concierne al amor a uno mismo- la palabra amor debe ser empleada en el sentido de "querer lo mejor" para uno mismo. De modo que "amarse a uno mismo" sería el equivalente a "querer lo mejor para uno mismo".

Aunque nos encontramos ahora con una nueva dificultad, cual es la de "definir" qué debe entenderse por "lo mejor". Con toda probabilidad, la respuesta sería unánime: "Lo mejor -diríamos- es aquello que nos hace felices". Y no cabe duda de que debe ser así, pues todos ansiamos la felicidad.

El problema del amor a uno mismo ha quedado reducido así a un nuevo problema: ¿Qué se entiende por felicidad? Son muchos los que la cifran en el tener, en la posesión de cosas: dinero, bienes, buena fama, ..., con vistas al propio bienestar y al propio placer. Pero, ¿realmente es esto así? 


(Continuará)