miércoles, 14 de septiembre de 2011

Confusionismo actual (1 de 2) [José Martí]

Este mundo está loco, Señor. Nos hemos vuelto todos contra Tí. Y Tú (al menos esa es la apariencia) no reaccionas. Todo parece que ocurre como si Tú no existieras. Hay un gran desconcierto y una gran turbación entre la gente de buena voluntad.

Todo lo anormal y extraño, todo lo que es antinatural, se considera cada vez más y por mayor número de personas, como algo completamente normal e incluso digno de aplauso: 

- La homosexualidad (que es una aberración de la naturaleza) es algo que está bien visto y elevado, además,  al rango de “matrimonio.”

- El aborto (que es un crimen contra un ser humano en formación) se ha “legalizado” como un “derecho” de la mujer. 

- La eutanasia está ya a un paso de ser “legalizada” también, mediante un sutil cambio de nombre, denominándola “muerte digna”;

-El divorcio está a la orden del día (se dan, además, todas las facilidades para ello en el llamado divorcio “expréss”), con lo esto supone de desamor y de daño para cada uno de los que se divorcian y, sobre todo, para los niños pequeños, que quedan desamparados, confundidos y escandalizados por sus propios padres. 

-Se destruye la inocencia de los niños, engañándoles, desde su más tierna infancia, en la asignatura de “Educación para la ciudadanía”, con la llamada “ideología de género”, hoy tan en boga, que es un engendro que atenta contra la naturaleza humana y el propio sentido común. 

Y todas estas barbaridades e injusticias están financiadas por los poderes públicos, o sea, con nuestros propios impuestos.

Por otra parte, se ensañan con los cristianos, en especial con los que profesan la fe católica, que son perseguidos, ridiculizados, escarnecidos; incluso son torturados en varios países; y se queman sus iglesias, etc. La lista sería casi interminable. Y, sin embargo, no ocurre nada. Silencio.

Prácticamente todos los medios de comunicación: prensa, radio, televisión, Internet, etc…, cuando hablan de religión lo hacen para atacar a la Iglesia Católica (sin fundamento la mayoría de las veces y con una visión sesgada de la realidad). 

En el seno de la propia Iglesia hay también mucha división entre sus pastores, algunos de los cuales han perdido la fe; e influyen destructivamente en los fieles encomendados a ellos. Y, sin embargo, no son excomulgados, lisa y llanamente, cuando publican y predican doctrinas contrarias a la fe de la Iglesia.

Y es que, Señor, como Tú mismo decías, cuando hablabas del Demonio le llamabas "príncipe de este mundo" (Jn 12:31; 14:30;16:11), "homicida desde el principio ... mentiroso y padre de la mentira" (Jn 8:44). Y esto que era cierto cuando Tú lo dijiste tiene ahora una actualidad mayor que nunca:

El Mal (el Maligno) es el que impera y lo que se descubre por todas partes; un mal que es pegadizo, que envuelve a todos y a todas las cosas; y que nos aniquila, lenta, pero eficazmente. 

Uno se ve impotente, absolutamente impotente, ante la inmensidad y el abismo de este Mal; y experimenta un vértigo enorme porque, además, la atracción hacia el Mal es tan fuerte que se siente caer en él de un modo casi inevitable, sin que su libertad le ayude demasiado en este sentido. La situación actual podría definirse muy bien mediante aquellas palabras que pronunciaste en el huerto de los olivos, cuando te iban a entregar: “… ¡Ésta es vuestra hora y el poder de las tinieblas!” (Lc 22:53)

Ante esta situación sólo cabe una opción, si queremos salvarnos de verdad: tu mirada amorosa. Agarrarnos fuertemente a Tí y decirte, con todas las fuerzas –pobres fuerzas- que aún nos queden: “¡Señor, sálvame!” (Mt 14:30), tal y como hizo el apóstol Pedro cuando, andando sobre las aguas, comenzó a hundirse, porque tuvo miedo. 

Podemos tener la absoluta seguridad de que, como a él, Tú nos tenderás la mano, con un cariñoso reproche: “¿Por qué has dudado, hombre de poca fe?”(Mt 14:31). Y, junto a Ti, Señor, se hará la calma en nuestro corazón y en nuestra vida.