martes, 31 de enero de 2017

Jesús cura a un hombre endemoniado (Padre Santiago Martín)


Duración 6:27 minutos

CATECISMO MAYOR Prescrito por San Pío X el 15 de julio de 1905 Edición de 1973 [1] ÍNDICE y PRELIMINARES


En este Catecismo se exponen, de un modo claro, los rudimentos de nuestra fe y aquellas verdades divinas con las que debe de informarse la vida de todo cristiano.


- CAPÍTULO I


[2] DEL CREDO EN GENERAL

- CAPÍTULO II

*  PRIMER ARTÍCULO 


[3] 1º.- De Dios Padre y de la Creación


[4] 2º.- De los ángeles

[5] 3º.- Del hombre

-CAPÍTULO III


- CAPÍTULO IV


- CAPÍTULO V


- CAPÍTULO VI


- CAPÍTULO VII

* [10] SEXTO ARTÍCULO

- CAPÍTULO VIII


-CAPÍTULO IX


- CAPITULO X

* NOVENO ARTÍCULO 



ÍNDICE 

DE LA DOCTRINA CRISTIANA Y DE SUS PARTES PRINCIPALES


Lección preliminar


Parte primera – Del Símbolo de los Apóstoles, llamado vulgarmente “Credo”


Parte segunda – De la oración


Parte tercera – De los Mandamientos de la Ley de Dios y de la Iglesia


Parte cuarta – De los Sacramentos


Parte quinta – De las Virtudes principales y de otras cosas necesarias que ha de saber el Cristiano



INSTRUCCIÓN SOBRE LAS FIESTAS DEL SEÑOR, DE LA SANTÍSIMA VIRGEN Y DE LOS SANTOS



Parte primera – De las fiestas del Señor


Parte segunda – De las fiestas solemnes de la Santísima Virgen y de las fiestas de los Santos



BREVE HISTORIA DE LA RELIGIÓN



Parte primera – Resumen de la historia del Antiguo Testamento 


Parte segunda – Resumen de la historia del Nuevo Testamento 


Parte tercera – Breve noticia de la historia eclesiástica




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DE LA DOCTRINA CRISTIANA Y DE SUS PARTES PRINCIPALES


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LECCIÓN PRELIMINAR

1.- ¿Sois cristiano? 

- Sí, señor; soy cristiano por la gracia de Dios.

2.- ¿Por qué decís por la gracia de Dios? 

- Digo por la gracia de Dios porque el ser cristiano es un don enteramente gratuito de Dios nuestro Señor, que no hemos podido merecer.

3.- ¿Quién es verdadero cristiano? 

- Verdadero cristiano es el que está bautizado, cree y profesa la doctrina cristiana y obedece a los legítimos Pastores de la Iglesia.

4.- ¿Qué es la doctrina cristiana? 

- Doctrina Cristiana es la doctrina que nos enseñó Nuestro Señor Jesucristo para mostrarnos el camino de la salvación.

5.- ¿Es necesario aprender la doctrina enseñada por Jesucristo?

 - Es necesario aprender la doctrina enseñada por Jesucristo, y faltan gravemente los que descuidan aprenderla.

6.- ¿Tienen los padres y los amos obligación de mandar a sus hijos y dependientes al Catecismo? 

- Los padres y los amos tienen obligación de procurar que sus hijos y dependientes aprendan la doctrina cristiana, e incurren en culpa delante de Dios si descuidan esta obligación.

7.- ¿De quién hemos de recibir y aprender la doctrina cristiana? 

- La doctrina cristiana la hemos de recibir y aprender de la santa Iglesia Católica.

8.- ¿Cómo estamos ciertos de que la doctrina cristiana que recibimos de la Santa Iglesia es realmente verdadera? 

- Estamos ciertos que la doctrina cristiana que recibimos de la Iglesia Católica es realmente verdadera porque Jesucristo, divino Autor de esta doctrina, la confió por medio de sus Apóstoles a la Iglesia fundada por El, a la cual constituyó Maestra infalible de todos los hombres y prometió su divina asistencia hasta el fin del mundo.

9.- ¿Hay otras pruebas de la verdad de la doctrina cristiana? 

- La verdad de la doctrina cristiana se demuestra, además, por la santidad eminente de tantos que la profesaron y profesan, por la heroica fortaleza de los mártires, por su rápida y admirable propagación en el mundo y por su completa conservación por espacio de tantos siglos de varias y continuas luchas.

10.- ¿Cuántas y cuáles son las partes principales y más necesarias de la doctrina cristiana? 

- Las partes principales y más necesarias de la doctrina cristiana son cuatro: El Credo, Padrenuestro, Mandamientos y Sacramentos.

11.- ¿Qué nos enseña el Credo? 

- El Credo nos enseña los principales artículos de nuestra santa fe.

12.- ¿Qué nos enseña el Padrenuestro? 

- El Padrenuestro nos enseña todo lo que hemos de esperar de Dios y todo lo que hemos de pedirle.

13.- ¿Qué nos enseñan los Mandamientos? 

- Los Mandamientos nos enseña todo lo que hemos de hacer para agradar a Dios, que se resume en amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos por amor de Dios.

14.- ¿Qué nos enseña la doctrina de los Sacramentos? 

- La doctrina de los Sacramentos nos enseña la naturaleza y buen uso de los medios instituidos por Jesucristo para perdonarnos los pecados, comunicarnos su gracia e infundir y acrecentar en nosotros las virtudes de la fe, de la esperanza y de la caridad.

sábado, 21 de enero de 2017

A Jesús hay que quererlo y aceptarlo en totalidad, no sólo lo que nos apetezca (Padre Osman Ramos)


Duración 7:46 minutos

Tenemos, todos, una misión en la vida. El Señor nos sigue llamando y espera de nosotros una respuesta generosa a su llamada (Padre Osman Ramos)


Duración 8:08 minutos

¿Qué es la Misa? (Adelante la Fe) [4 de 4]




[Esta última parte sobre la misa incluye notas a pie de página relativas a todo el escrito]
Responder a la Misa dialogada y seguir los gestos del Sacerdote sin conocer la naturaleza y los cuatro fines de la Misa y, por lo tanto, no ofreciéndola por estos fines, es un modo totalmente inadecuado de participar en la Misa.
Se puede contemplar la escena del Calvario mientras se celebra o se asiste a la Misa.
(1º) Las oraciones al pie del Altar: Jesús ora en Getsemaní, viendo la Pasión próxima que le viene y los pecados de la humanidad, entra en agonía, suda sangre; unámonos íntimamente con sus sentimientos de dolor por el pecado y de dar gloria a Dios, uniformándonos a Su Voluntad.
(2º) La Antífona al Introito: los Apóstoles huyen y dejan a Jesús en manos de sus enemigos; pidamos a Jesús la gracia de no huir ante sus enemigos y de poder resistir frente a las persecuciones e incluso el martirio.
(3º) Lectura de la Epístola y del Evangelio: contemplamos a Jesús humillado y vejado en los tribunales de Pilato y de Herodes; pidamos la fuerza de no temer las críticas, las calumnias, las persecuciones que nos vienen de los tribunales humanos, sino pensar solamente en el Sumo Juez, Nuestro Señor Jesucristo, ante el cual compareceremos en la hora de nuestra muerte.
(4º) El Ofertorio: ofreciendo la patena con la hostia y el cáliz con el vino pensemos en la flagelación del Cuerpo de Jesús y en la coronación de espinas de Su Cabeza; pidamos la gracia de mortificar nuestro cuerpo, los pensamientos y someter nuestra inteligencia y nuestra voluntad a la divina Revelación y a la Ley de Dios.
(5º) El Canon: Jesús inicia el Via Crucis, abraza la Cruz por nosotros y para salvarnos del pecado; pidamos la fuerza de llevar nuestra cruz junto a Jesús.
(6º) El Hanc Igitur: Jesús es colocado en la Cruz y clavan sus manos; pidamos la gracia de no ofender jamás a Jesús y de permanecer siempre unidos a El con la gracia santificante.
(7º) La Consagración del pan y del vino: se renueva la Muerte de Jesús de manera incruenta, pero el valor infinito de los méritos que el Señor ganó derramando cruentamente su Sangre nos es aplicado realmente. Recojámonos lo más intensamente posible para que su Sangre divina nos purifique y nos una siempre más íntimamente a Él.
(8º) El Pater Noster: Jesús muere por nosotros, démosle gracias, pidamos el don de vivir y morir unidos a Él para ir al Cielo donde está sentado glorioso y triunfante.
(9º) La Comunión sacramental del Cuerpo y Sangre de Jesús: Jesús es colocado en el sepulcro, el Holocausto se ha cumplido. Pidamos hacer de nuestra vida un continuo holocausto (en unión con el de Jesús) de nuestro amor propio y unirnos perfectamente a Él mortificando al hombre viejo con todas sus concupiscencias.
De esta manera:

-Revivamos durante la Misa el Sacrificio de la Cruz
-Compartamos los sentimientos de Jesús
-Pidamos las gracias correspondientes a cada fase de su Via Crucis
-Evitemos las distracciones
-Y, sobre todo, ofrezcamos la Misa por los cuatro fines para los cuales Nuestro Señor ofreció su Sacrificio al Padre.

Nuestra Misa será vivida verdaderamente en el Espíritu del Sacrificio de Cristo y nos dará todas las gracias que necesitamos de manera tan copiosa como perfecta haya sido nuestra identificación con Cristo Sacerdote y Víctima (cfr. P. Guéranger, La Santa Messa, tr. it., Suore Francescane dell’Immacolata, Città di Castello (PG), 2008). Per Crucem ad Lucem!
(Traducido por Marianus el eremita)
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[i]      Cfr. G. Roschini, La Santa Messa. Breve esposizione dogmatica, Torino, 1941, II ed., Frigento (AV), Casa Mariana Editrice, 2010. Se puede estudiar con provecho el Decreto sobre el Sacramento de la Eucaristía del Concilio de Trento (DS, 1635-1661, sesión XIII, 11 de octubre de 1551).
[ii]     El Jueves Santo, al decir “Esto es mi Cuerpo” y “Esta es mi Sangre”, Jesús convirtió el pan y el vino en su Cuerpo, Alma, Sangre y Divinidad y se inmoló a Sí mismo todavía en carne pasible, poniéndose bajo las especies del pan y del vino para ser recibido en Comunión sacramental por los presentes. Finalmente figuró el Sacrificio del Calvario representando y haciendo presente mística o incruentamente la Muerte que iba a sufrir física o cruentamente el día siguiente. En la Misa esto sucede no anticipadamente como el Jueves Santo, sino posticipadamente después del Viernes Santo, no en carne pasible, sino en el cuerpo glorioso y triunfante de Cristo ascendido al Cielo para no sufrir nunca más

Además, el Sacerdote principal y único de la Última Cena y del Calvario es Cristo mismo, mientras que en la Misa hay un sacerdote ministerial secundario que actúa en persona de Cristo, Sacerdote principal. En la Ultima Cena la Sangre de Cristo bajo la especie del vino parecía estar separada de su Cuerpo bajo la especie del pan. Esta separación aparente, mística e incruenta figuraba, representaba, presentaba de nuevo y hacía presente la separación física, real y cruenta que sucedería el día siguiente en el Gólgota, donde la Sangre de Cristo se separaría realmente de Su Cuerpo y habría ocurrido su Muerte real. 

La Ultima Cena fue, por lo tanto, la primera Misa celebrada por Cristo mismo y la Misa celebrada por los sacerdotes de la Nueva Alianza es su continuación, su renovación y la aplicación de los frutos de la Muerte de Cristo a todos los hombres de todas las épocas. Por ello se puede concluir que la Ultima Cena, el Sacrificio del Calvario y el Sacrificio de la Misa son un continuum, “id cujus extrema sunt unum / aquello cuyos términos forman una sola cosa”.
[iii]    Los otros pueblos, todavía no pervertidos por el politeísmo y naturalmente íntegros, tenían inscrita en su espíritu la Ley natural y por lo tanto el 1º y el 3º Mandamiento, los cuales nos mandan adorar a Dios mediante el descanso, el cuidado de nuestro espíritu y el culto a Él debido. Así, entre los sacrificios de los paganos naturalmente rectos y los de la Antigua Alianza se da la diferencia análoga a la que existe entre la Ley natural y la Ley divina positiva.
[iv]    Cfr. Benedicto XIV, De sacrosancto Missae Sacrificio, Paris, Migne, Cursus theol. compl., vol. XXIII, 1863; G. Bona, De Sancto Sacrificio Missae, Roma, 1658, III ed., Torino, 1910; V. Bernardi, De Sacrificio Missae, Treviso, 1934; J. Van Der Mersch, Adnotationes de Sacrificio Missae, Bruges, 1940; F. A. Piersanti, L’essenza del Sacrificio della Messa, Roma, 1940; P. Parsch, Cos’è la Messa, Milano, 1938; Ch. Journet, La Messa, Roma, 1958.
[v]     Cfr. C. Corazza, La consacrazione delle due specie e le sue intime ragioni, Venezia, 1940.
[vi]    A. Lepicier, In che consiste l’Essenza del Sacrificio Eucaristico, Roma, 1926; G. Roschini, L’Essenza del Sacrificio Eucarsitico, Roma, 1936; Id., Sull’Essenza del Sacrificio Eucaristico, Rovigo, 1937.
[vii]   Cfr. F. Maccono, Il valore della vita. Commento dogmatico-morale al Catechismo di Pio X, Torino, SEI, II ed., 1925, vol. III, Mezzi della Grazia. Sacramenti e Orazione, cap. IV – L’Eucarestia, § 4 – Il Santo Sacrificio della Messa, pp. 164-191.
[viii] Dante habla aquí del Cielo Empíreo, que se identifica con la Esencia Divina, en la cual se goza de la Visión Beatífica de Dios (cfr. Benedicto XII [1334-1342], Constitución Benedictus Deus, DB, 530; Concilio de Vienne en Francia [1311-1312] y de Florencia [1438-1445], DB, 475 y 693), visto cara a cara como es en Su Esencia (I Cor., XIII, 2) gracias al Lumen Gloriae (Sal., XXXV, 10; Apoc., XXII, 4). El Cielo Empíreo está hecho de pura luz espiritual y cognoscitiva de la Esencia de Dios.

Dicha Ciencia infusa (I Jn, III, 2) nos llena de Amor sobrenatural y se llama teológicamente Visión Beatífica (cfr. Santo Tomás de Aquino, S. Th., I, q. 12, a. 5; Summa contra Gentiles, 1. III, cc. 53-54), o sea, que hace felices a los Bienaventurados del Paraíso (“luce intellettual, piena d’amore”, v. 40).

Además, este Amor tiene como objeto el Sumo Bien infinito que es Dios, el cual nos llena de alegría espiritual (“amor di vero ben, pien di letizia”, v. 41).

Finalmente, la felicidad de los Santos del Paraíso (S. Th., I, q. 26) trasciende y sobrepasa infinitamente toda dulzura humana y sensible o puramente intelectual (“letizia che trascende ogni dolzore”, v. 42). Cfr. La Divina Commedia di Dante Alighieri. Commento e analisi critica di Giuseppe GiacaloneParadiso, (XXX, 40-42), Bologna, Zanichelli, II ed., 1997, pp. 675-676.
[ix]    La Santa Messa. Breve esposizione dogmatica, II. ed., Frigento (AV), CME, 2010, p. 11-13.
[x]     La Santa Messa, cit., pp. 11-16 y 47.
[xi]    Relazione tra l’Eucarestía e la Madonna, Roma, 1939.

jueves, 19 de enero de 2017

¿Qué es la Misa? (Adelante la Fe) [3 de 4]



Sacrificio cruento e incruento
Sin embargo, es conveniente advertir que la muerte mística de Cristo, mediante la representación de la separación de Su Cuerpo y de Su Sangre, toma su propia eficacia de la Inmolación física y cruenta sucedida en la Cruz, en la que la Sangre de Cristo se separó física y realmente de Su Cuerpo, provocando Su muerte real. La Muerte de Cristo, si pasó en su acto material, físico y cruento, está presente hasta el fin del mundo, con toda su virtud y eficacia de valor infinito.
La Inmolación real y cruenta, o sea, la muerte física de Jesús, se dio una sola vez (Heb., IX, 27), pero de ella toma toda su eficacia la Inmolación mística del Sacrificio de la Misa, el cual es un Sacrificio relativo a la Muerte en Cruz de Jesús (que es el Sacrificio absoluto).
La Misa no es una simple representación, memorial o conmemoración del Sacrificio del Calvario, sino que representando, reproduce, renueva y hace presente de nuevo, es decir hace presente la Muerte de Cristo con todos Sus méritos, que son aplicados a aquellos que participan en la Misa. Por lo tanto, se puede decir que la Muerte mística de Jesús es la esencia del Sacrificio de la Misa porque no conmemora o representa solamente el Sacrificio del Calvario, sino que lo reproduce, lo hace presente, lo renueva y lo representa aplicando sus frutos todos los días hasta el fin del mundo.
El Concilio de Trento condenó a los protestantes, que reducen la Misa a una pura conmemoración de la Ultima Cena y del Sacrificio del Calvario: “Si alguno afirma que el Sacrificio de la Misa es solamente la simple conmemoración o memorial del Sacrificio de la Cruz sea anatema” (sesión XXII, cap. 3). Enseña además que “en este Sacrificio divino que se realiza en la Misa está contenido e inmolado de manera incruenta el mismo Cristo, que se inmoló una sola vez cruentamente en el Altar de la Cruz” (sesión XXII, cap. 2). Véase el Catecismo del Concilio de Trento (II parte, § 3, n. 237. Cit., pp. 290-291).
La Misa no es ni siquiera solamente un simple “Sacrificio de alabanza y de acción de gracias” y un mero “banquete o comunión del Cuerpo de Cristo”, como quería Lutero, sino que es también un Sacrificio propiciatorio, expiatorio y satisfactorio, además de serlo de adoración y de acción de gracias, en el cual los fieles pueden (no deben) recibir la Comunión del Cuerpo de Cristo.
Por lo tanto, se puede concluir perfectamente que la Misa representa, renueva y hace presente de nuevo (“conmemorando vuelve a realizar”) el Sacrificio de la Cruz, aplicando a las almas que han vivido después del Sacrificio del Calvario sus frutos. Por ello, la Misa no quita nada a la virtud y eficacia infinitas del Sacrificio del Gólgota (como la Corredención secundaria y subordinada de María Santísima no quita nada a la Redención primaria de Cristo): asistir a la Misa es sustancialmente lo mismo que asistir a la Muerte de Jesús en la Cruz[vi].
La Redención de Cristo se realizó en el Calvario y es continuada por la iglesia hasta el fin del mundo mediante la Misa. Cruz y Misa no pueden ser separadas. La Redención no sería completa sin la Misa y esta no tendría ningún significado si no estuviera unida al Sacrificio de la Cruz[vii].
El mal y el diagnóstico
El padre Gabriele Roschini escribe: “la edad moderna, comenzada con el humanismo, es una marcha hacia la conquista del yo, que el Medioevo había mortificado en homenaje a Dios. Para reconquistar este yo, mortificado por Dios, el hombre se puso a recorrer frenéticamente los caminos de la emancipación del yo de la autoridad religiosa. Llegó Descartes y, con su famoso método filosófico, marcó la emancipación del yo de la filosofía tradicional, o sea, de la filosofía perenne que es la única verdadera; emancipación filosófica llevada después a su último término por Kant, por Hegel, etc. Llegó Rousseau y, con sus principios sociales revolucionarios, marcó la emancipación del yo de la autoridad civil. Esta continua, progresiva emancipación del yo es después culminada en la divinización del mismo yo y en la consiguiente humanización, o mejor, destrucción de Dios

Se dio así la muerte nietzscheana de Dios en homenaje al yo. Dios es luz, amor, alegría, cantó el Poeta: ‘luce intellettual, piena d’amore; amore di vero ben, pien di letizia; letizia que trascende ogni dolzore / luz intelectual, llena de amor; amor del verdadero bien, lleno de alegría; alegría que trasciende toda dulzura’ (Paraíso, XXX, 40-42)[viii]. Quitado de en medio Dios, se han quitado de en medio la luz, el amor y la alegría; y se ha dado todo lo opuesto, es decir: tinieblas, odio, tristeza. 

Se ha dado, de este modo, el hombre acabado, o sea, un cadáver ambulante, al que cuadra perfectamente el epitafio que había preparado Papini para sí mismo, antes de que fuera hecho resurgir por la fe de Cristo: ‘La ascensión metafísica de mí mismo ha fracasado. Soy una cosa y no un hombre. ¡Tocadme! Estoy frío como una piedra, frío como un sepulcro. Aquí está enterrado un hombre que no pudo llegar a ser Dios’. La conquista se transformó en derrota”[ix].
El remedio y la terapia
El padre Roschini nos da también el remedio“¿Quién podrá hacer salir de la tumba a este Lázaro, que es el hombre moderno, el cual yace desde hace cuatro días et jam foetet, para devolverle la luz, el amor, la alegría y el gozo de vivir? Ningún otro fuera de Aquel que es el Camino, la Verdad, la Vida, o sea, Cristo crucificado, junto a María Dolorosa, indisolublemente unida a El en la obra de la Redención. Solamente una adhesión y una vuelta completa, incondicional al Crucificado y a la Dolorosa puede liberarnos de las tinieblas, del odio y de la tristeza; puede devolvernos la luz, el amor y la alegría

Es necesario reconducir al mundo a los pies del Calvario. Ahora bien, los rayos salvíficos del Crucificado y de la Dolorosa se concentran en la Santa Misa, que es un puente entre el mundo y Dios, y alcanzan a todos los hombres de todos los tiempos y de todos los lugares. […]. Cristo y la Dolorosa, en la obra de nuestra Redención constituyen una sola persona moral, como enseña el papa Benedicto XV: ‘la Dolorosa sufrió de tal manera y casi murió junto al Hijo (“commortua est”) que sufría y moría, e inmoló de tal manera a su Hijo a la justicia divina que la aplacó, por lo que le correspondía a ella, de modo que puede decirse justamente que Ella corredimió con Cristo y bajo Cristo al género humano’ (Carta Inter Sodalicia, 22 de marzo de 1918, AAS, X, 1918, p. 182)”[x].
El cardenal Ernesto Ruffini añade: “Perpetuándose en la Santísima Eucaristía el Sacrificio de la Cruz, es necesario admitir que María continúa en el Sacrificio del Altar el oficio que realizó con Jesús para la Redención de los hombres en el Calvario”[xi].
El padre Roschini concluye así su áureo librito: “Este será (María Dolorosa y la Cruz en la Misa) el medio más eficaz para salvar al hombre moderno, deteniéndolo eficazmente en su loca y ruinosa carrera a la conquista del yo, e incitándolo no menos eficazmente a la sapientísima conquista del yo a Dios (La Santa Messa, cit., p. 59).
Cómo participar en la Misa
El modo más conveniente de asistir a la Misa es “ofrecerla” a Dios a través del sacerdote celebrante para los cuatro fines para los cuales Jesús se inmoló en el Calvario (latréutico, eucarístico, propiciatorio /satisfactorio e impetratorio), pensando en el Sacrificio de la Cruz en el Gólgota, contemplándolo y reviviéndolo.

La comunión bien hecha, en gracia de Dios y con buenas disposiciones, que deben ser siempre más intensas de las de la comunión precedente, es la mayor participación en el santo Sacrificio de la Misa.
Continúa y acaba