viernes, 5 de julio de 2013

EL ENCANTO DE TU MIRADA: PRÓLOGO

Traslado a este blog parte de las poesías que escribí hace ya algún  tiempo y que publiqué en su momento con el título: "Liras de amor" (1989). La fuente de inspiración de estas “liras” es la Sagrada Biblia, en particular el Cantar de los Cantares, del Antiguo Testamento; así como todo el Nuevo Testamento. En su confección ha tenido una enorme influencia la lectura atenta y detenida de las poesías de Garcilaso de la Vega, Fray Luis de León y  San Juan de la Cruz (de este último, el  “Cántico Espiritual”, la  “Noche oscura del alma” y la “Llama de amor viva”)

Con relación a su redacción original (1989) hay algunos cambios y algún añadido, así como nuevos comentarios. Ha cambiado el nombre del nuevo folleto, que pasa a llamarse  "El encanto de tu mirada" (2005), título que doy también a esta entrada del blog. Mi única intención al publicar aquí  estas "poesías" es el deseo de que puedan servir a quienes las lean (aunque sólo fuese a uno me daría por más que satisfecho) a encontrar a Dios en su vida: no a cualquier dios, sino al  Único Dios, a Aquel que se encarnó, en la Persona de su Hijo, hace más de dos mil años. Es decir, a Jesucristo.Eso es lo único que verdaderamente importa, en esta vida y en la otra.

Como indiqué también en la presentación de este nuevo blog "Il trovatore", no pretendo (en absoluto) que estas "poesías" tengan un valor literario. No creo, además, que lo tengan, entre otras cosas porque la belleza del lenguaje utilizado (la forma) es fundamental para que se pueda hablar de una buena poesía. Yo soy muy consciente de mis limitaciones (grandes) en este sentido. Pese a lo cual, confío en que el comprensivo lector que se atreva a leerlas (para purgar por sus pecados) se fije más en el fondo que en la forma. E incluso con relación al fondo sea también  indulgente conmigo, puesto que nadie puede dar lo que no tiene. De todos es sabido que  no se pueden pedir peras al olmo.

Aun así me he atrevido a escribir algo, pues sabiendo (como sé) que Dios escribe derecho con renglones torcidos... y  dado lo imprevisible y lo bromista que es, podría ocurrir que se quisiera servir también de mí para que alguien llegue hasta Él (¡Con Dios nunca se sabe!).

Como digo eso es lo único que me impele a escribir; cuento, además, con que yo soy el primero que tengo que aplicar en mi propia vida aquello que escribo...y no soy precisamente un ejemplo a imitar, ni en este sentido ni en ningún otro.

Sí puedo decir de estas "poesías" que están escritas con un inmenso cariño a la Iglesia Católica, fiel depositaria de la Verdad Revelada. Si en cualquiera de las estrofas que escribo hubiese algo que no estuviese conforme con el sentir de la Iglesia, la esposa de Cristo, desde este mismo momento lo tengo por falso... aunque confío en que tal cosa no ocurra.

Me consuela, por otra parte, el saber que Dios es inefable y que no puede ser apresado en conceptos. Ni siquiera las imágenes o la poesía son capaces de expresar esta realidad del Amor, que es Dios mismo... Se podrá llegar más o menos lejos, pero nunca dejarán de ser meros intentos, por muy cualificado e incluso santo que fuese el poeta. De los escritos,  aplicándolos al amor de Dios, podríamos decir, con el poeta Amado Nervo:

Pobres páginas, que ansiaron,
con la mayor de las ansias,
decir tan hermosas cosas
...; ¡y al fin no dijeron nada!

Sin embargo, así debe ser. El mismo Jesucristo hablaba en parábolas. Al final lo que nos queda es “lo que el Espíritu nos da a conocer”Por lo tanto, lo mejor que podemos hacer  es seguir las instrucciones de nuestro Maestro, quien nos dijo: “Hasta ahora no habéis pedido nada en mi nombre. Pedid y recibiréis, para que vuestra alegría sea completa” (Jn, 16, 24). Esta alegría nuestra será completa cuando la Alegría  de Jesús esté en nosotros (Jn 15,11)

Por nuestras solas fuerzas esto no lo podríamos conseguir jamás, es puro Don ... aunque, en cierto sentido, sí depende de nosotros ... ¿Por qué digo esto? Bueno: dos cosas son necesarias para que haya fruto: el Amor de Dios a nosotros y la correspondencia a ese Amor. Con lo primero ya contamos : su Amor para con nosotros es una realidad. Falta lo segundo: nuestra correspondencia al Amor que Él nos tiene. Y puesto que somos débiles y pecadores, y nuestra respuesta es más bien pobre y mezquina, es necesario (¡y esto es lo que tenemos que poner de nuestra parte!) que acudamos a Dios y le pidamos insistentemente, con fe y confianza, que nos conceda una generosidad total en nuestra respuesta a su Amor. No desesperar de que lo vayamos a conseguir, pues fue Jesús mismo quien dijo: “Si vosotros, siendo malos, sabéis dar a vuestros hijos cosas buenas, ¿cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan? (Mt 7, 11)... Y con el Espíritu el Amor... y con el Amor, la Alegría, esa alegría que nadie nos podrá quitar (Jn 16,22)