domingo, 21 de julio de 2013

El encanto de tu mirada (38 a 40)



38. Y, en lo más escondido,
cuando mi ser entero se conmueve
y parece perdido,
un vientecillo leve
de mi alma el centro lo remueve.



39. Y libre alzo el vuelo,
pues antes un hilillo lo impedía.
Y encuentro así el consuelo
que antes no tenía,
esclavo, cuando libre me creía.



40. Paciencia esperanzada
en él, que impide en mí toda amargura;
y la vida es amada
pues aun siendo muy dura,
de mi amado me dice su ternura.