27. Un día le veré
cuando dejen su canto las cigarras;
y ya no temeré,
sino al son de guitarras
cantaré, entregándole mis arras.
28. Es tu amor lo que anhelo,
la causa de mi dicha adelantada.
Descorre, amado, el velo:
que vea tu mirada
suspirando por mí, y enamorada.
29. A escondidas, mirado,
de la puerta a través del agujero,
por si viera a mi amado,
sus ojos vi primero,
y vi precisamente lo que quiero.
30. Pues en esa mirada,
que recta al corazón se dirigía,
en silencio buscada,
encontré mi alegría
palpando, sin dudar, que me quería.
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