31. Yo puedo ya mirarme
sabiéndome por tí también
mirado.
No puedo avergonzarme,
porque en mí te has fijado
y en tus ojos me he visto
valorado.
32. Al fin he comprendido
que estás enamorado de mi
amor,
que siempre me has querido,
y siento gran dolor
de no haber respondido con
ardor.
33. Mas sé que me perdonas
y que tu amor por mí es
verdadero,
sé que no me abandonas;
y lo que ahora quiero
es darme a tí, y darme por
entero.
34. Y es posible esta
entrega
si no pierdo de vista tu
mirada,
porque de ella me llega
la fuerza deseada
que mantiene mi vida
esperanzada.
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