Duración 9:20 minutos
Si una poesía es auténtica, su lectura conduce necesariamente a Dios. Y si la lectura de un escrito en prosa nos lleva hasta Dios es porque ese escrito está impregnado de verdadera poesía. En ese sentido, la mejor poesía es la Palabra de Dios, que se encuentra , sobre todo, en el Nuevo Testamento. Los más grandes poetas son, y han sido siempre, los santos. Todos estamos llamados a ser Poetas. Lo seremos si dejamos actuar al Señor en nuestra vida ... Seremos, entonces, los trovadores de Dios.
miércoles, 6 de septiembre de 2017
martes, 5 de septiembre de 2017
lunes, 4 de septiembre de 2017
domingo, 3 de septiembre de 2017
lunes, 28 de agosto de 2017
viernes, 25 de agosto de 2017
martes, 22 de agosto de 2017
lunes, 21 de agosto de 2017
viernes, 18 de agosto de 2017
jueves, 17 de agosto de 2017
El misterio de la Inmaculada Concepción de la Virgen María (padre Alfonso Gálvez)
Duración 25:43 minutos
miércoles, 16 de agosto de 2017
Asunción de la Virgen María (P. Santiago Martín)
Homilía del padre Santiago Martín en la festividad de la Asunción de María en cuerpo y alma a los cielos (Martes 15 de agosto de 2017)
Duración 12:15 minutos
lunes, 14 de agosto de 2017
La homilía de hoy: la tempestad calmada (Padre Jorge González)
Siempre se ha identificado la barca de Pedro con la Iglesia. Hoy nos encontramos, en el evangelio, con esa barquita en medio de una tempestad. No hace falta pensar mucho para identificar la tormenta con este tiempo actual en el que la iglesia trata de vivir en fidelidad a Jesucristo.
Borrascas desde el mundo, y cada vez parecieran más fuertes. El avance del laicismo, el odio a la religión, ataques a los principios más básicos no solo de la Iglesia, sino de la ley natural. El ambiente es complejo. Asaltos a iglesias y capillas, pintadas, profanaciones, procesiones burlescas… ¿sigo? Intentos de expropiación de la catedral de Córdoba, leyes sobre ideología de género, intentos de manipular la educación concertada, demandas contra sacerdotes y obispos por predicar la fe y la moral de la Iglesia… Hay gente que no lo reconoce, pero los hechos son tercos.
Muchos tenemos también la sensación de una fortísima galerna desde dentro de la misma institución eclesial. No es normal que unos obispos contradigan abiertamente a otros, que la liturgia sea creativa, la moral según como y el catecismo papel mojado.
No creo que esté exagerando. Qué digo temporal, tormenta o galerna, digo un huracán tropical de grado máximo. Tanto que muchos católicos se sienten cansados, derrotados, con ganas de esconderse en su particular catacumba y no querer saber nada de lo que está pasando.
Aquí, ahora, resuenan las palabras del Maestro: no tengas miedo. Grandes y necesarias palabras. Sí, hay tormentas, pero no vamos a tener miedo porque nos fiemos de aquel que tiene poder sobre todo y sobre todos.
Impactante primera lectura: el susurro de una brisa suave. Aunque solo veamos lo negativo, o lo más contradictorio parezca ganar terreno, hoy es un día también para contemplar los signos callados y oscuros que hablan de fe, de vida, del triunfo de Cristo, que, en definitiva, nos llenan de esperanza.
Nadie hablará de las capillas de adoración perpetua extendidas por toda la Iglesia, ni de la nuestra, con cuatro años y medio de existencia. Jamás harán ruido los miles de contemplativos que en el mundo dan su vida por Cristo. De puntillas veremos camnar de un lado a otro a miles de sacerdotes que intentan ser fieles a su vocación llevando las almas a Cristo. Pasarán desapercibidas todas las personas, las familias que en este domingo de agosto acudirán a celebrar la eucaristía en cualquier templo del mundo. Callarán los medios ante tantas buenas personas que, a pesar de todos los pesares, siguen profesando el credo, intentan cumplir los mandamientos, piden perdón por sus pecados, enseñan a rezar a sus hijos, ayudan a los pobres y cada día alaban a Dios de corazón.
Estos son hoy el sostén de la Santa Madre Iglesia. Por eso cuando vemos la tormenta, nos asustan las cosas y el futuro pinta sombrío, nos asomamos a esta sencilla y profunda realidad compuesta de claustro, capilla, parroquia, familia, asociaciones, grupos y personas que, en su más absoluta sencillez, son hoy el auténtico rostro que nos muestra la misericordia y la salvación que se nos dan de parte de Dios.
Padre Jorge
domingo, 13 de agosto de 2017
sábado, 12 de agosto de 2017
jueves, 10 de agosto de 2017
Dos tipos de pobres (Padre Antonio Gutiérrez)
Duración 6:31 minutos
Predicación en la festividad de san Lorenzo, 10 de agosto
¿Estoy dispuesto a dar la vida por Cristo? (P Santiago Martín)
Duración 10:14 minutos
Homilía pronunciada el 9 de agosto, con motivo de la festividad de Santa Teresa Benedicta de la Cruz (Edith Stein).
miércoles, 9 de agosto de 2017
martes, 8 de agosto de 2017
Cambio de nombre del Blog
Pero, por razones que ni yo mismo sé, he resuelto volver a los inicios. Y seguir llamando a este Blog como se llamó desde sus orígenes. En principio es algo irrelevante, pero a mí me gusta seguir llamándolo así. ¿Por qué no compartir este deseo con los demás, cambiando el nombre? Pues eso es lo que he hecho.
Resumiendo: A partir de ahora, el título "Blog católico de José Martí (2)" desaparece y se cambia por el inicial. Su nombre será pues "Il Trovatore". No sé si esto aumentará la dificultad de encontrarlo. Pero a quien le interese ya se buscará sus trucos para conseguirlo. El blog es el mismo (es decir, su contenido). Y la url no varía:
José Martí
viernes, 4 de agosto de 2017
jueves, 3 de agosto de 2017
miércoles, 2 de agosto de 2017
martes, 1 de agosto de 2017
lunes, 31 de julio de 2017
martes, 25 de julio de 2017
Himno al apóstol Santiago
Himno al Apóstol Santiago
(Cantado mientras funciona el Botafumeiro)
Santo Adalid, Patrón de las Españas,
Amigo del Señor;
defiende a tus discípulos queridos,
protege a tu nación.
Las armas victoriosas del cristiano
venimos a templar
en el sagrado y encendido fuego
de tu devoto altar.
Firme y segura
como aquella Columna
que te entregó la Madre de Jesús
será en España
la santa Fe cristiana,
bien celestial que nos legaste Tú
(Bis)
¡Gloria a Santiago,
Patrón insigne!
Gratos, tus hijos,
hoy te bendicen.
A tus plantas postrados te ofrecemos
la prenda más cordial de nuestro amor.
¡Defiende a tus discípulos queridos!
¡Protege a tu nación!
viernes, 21 de julio de 2017
jueves, 20 de julio de 2017
Sobre el agradecimiento
Duración 2:35 minutos
martes, 18 de julio de 2017
sábado, 15 de julio de 2017
Breve explicación del Avemaría ( San Luis María Grignion de Montfort
¿Estáis en la miseria del pecado? Invocad a la divina María; decidle: “Ave”, que quiere decir: “Te saludo con profundo respeto, oh Señora, que eres sin pecado, sin desgracia.” Ella os librará del mal de vuestros pecados.
¿Estáis en las tinieblas de la ignorancia o del error? Venid a María; decidle: “Ave, María”, es decir: “Iluminada con los rayos del sol de justicia.” Ella os comunicará sus luces.
¿Estáis separados del camino del cielo? Invocad a María, que quiere decir: Estrella del mar y Estrella polar que guía nuestra navegación en este mundo. Ella os conducirá al puerto de eterna salvación.
¿Estáis afligidos? Recurrid a María, que quiere decir: “mar amargo”, que fue llena de amarguras en este mundo, al presente cambiada en mar de purísimas dulzuras en el cielo. Ella convertirá vuestra tristeza en alegría y vuestras aflicciones en consuelos.
¿Habéis perdido la gracia? Honrad la abundancia de gracias de que Dios llenó a la Santísima Virgen; decidle: “Llena de Gracia” y de todos los dones del Espíritu Santo. Ella os dará sus gracias.
¿Os sentís solos y abandonados de Dios? Dirigíos a María y decidle: “El Señor es contigo” más noble e íntimamente que en los justos y los santos, porque eres con Él una misma cosa; pues, siendo tu Hijo, su carne es tu carne y, dado que eres su Madre, estás con el Señor por perfecta semejanza y mutua caridad. Decidle, en fin: “Toda la Trinidad Santísima está contigo, pues Tú eres su Templo precioso.” Ella os colocará bajo la protección y salvaguardia de Dios.
¿Habéis llegado a ser objeto de la maldición de Dios? Decid: “Eres bendita entre todas las mujeres” y de todas las naciones por tu pureza y fecundidad; Tú cambiaste la maldición divina en bendición. Ella os bendecirá.
¿Estáis hambrientos del pan de la gracia y del pan de la vida? Acercaos a la que ha llevado el pan vivo que descendió del cielo; decidle: “Bendito es el fruto de tu vientre”, que concebiste sin detrimento de tu virginidad, que llevaste sin trabajo y que diste a la vida sin dolor. Sea bendito “Jesús”, que rescató del cautiverio al mundo, que curó al mundo enfermo, resucitó al hombre muerto, hizo volver al desterrado, justificó al hombre criminal, salvó al hombre condenado. Sin duda vuestra alma será saciada del pan de la gracia en esta vida y de la gloria eterna en la otra. Amén.
Concluid vuestra oración con la Iglesia, y decid: “Santa María”, santa en cuerpo y alma, santa por tu abnegación singular y eterna en el servicio de Dios, santa en calidad de Madre de Dios, que te ha dotado de una santidad eminente, como convenía a tan infinita dignidad.
“Madre de Dios” y también Madre nuestra, nuestra Abogada y Mediadora,Tesorera y Dispensadora de las gracias de Dios, procúranos prontamente el perdón de nuestros pecados y nuestra reconciliación con la Majestad divina.
“Ruega por nosotros, pecadores”, pues tienes tanta compasión con los miserables, que no desprecias ni rechazas a los pecadores, sin los cuales no serías la Madre del Salvador.
“Ruega por nosotros ahora”, durante el tiempo de esta corta vida frágil y miserable; “ahora”, porque sólo nos pertenece el momento presente; ahora, que estamos acometidos y rodeados noche y día de poderosos y crueles enemigos.
“Y en la hora de nuestra muerte”, tan terrible y peligrosa, en que nuestras fuerzas estarán agotadas, en que nuestros espíritus y nuestros cuerpos estarán abatidos por el dolor y el terror; en la hora de nuestra muerte, en que Satanás redoblará sus esfuerzos por nuestra eterna perdición; en esa hora en que se decidirá nuestra suerte dichosa o desgraciada para toda la eternidad. Ven en auxilio de tus pobres hijos; Oh Madre compasiva, abogada y refugio de los pecadores; aleja de nosotros en la hora de la muerte a los demonios, enemigos y acusadores nuestros, cuyo aspecto horroroso nos espanta. Ven a iluminarnos en las tinieblas de la muerte. Condúcenos, acompáñanos al tribunal de nuestro Juez, tu Hijo, intercede por nosotros para que nos perdone y nos reciba en el número de tus escogidos en la mansión de la gloria eterna.
“Amén.” Así sea.
martes, 11 de julio de 2017
Nos da miedo disgustar al mundo (Padre Custodio Ballester)
Duración 5:35 minutos
El respeto humano con frecuencia atenaza nuestra vida cristiana y seguimiento de Cristo. Es una forma de proceder (acción u omisión) en la que, en vez de buscar la verdad de Cristo y hacer su voluntad la persona se deja llevar por la preocupación de cómo otros reaccionarán. Es una actitud reprensible.
Antes de actuar es justo tomar en cuenta la opinión de otros, pero sólo para ayudarnos a formar un juicio de conciencia en el que se busca la verdad y la justicia y no aplacar los injustos intereses de los hombres. Por respeto humanos se llega a la negación de Cristo o al abandono de los compromisos cristianos. Esta actitud es contraria al amor y obediencia que le debemos a Dios por encima de todos.
Por todo aquel que se declare por mí ante los hombres, yo también me declararé por él ante mi Padre que está en los cielos; pero a quien me niegue ante los hombres, le negaré yo también ante mi Padre que está en los cielos. Mateo 10, 32-33
martes, 4 de julio de 2017
domingo, 2 de julio de 2017
sábado, 1 de julio de 2017
La Virgen María nos advierte del gran pecado de omisión
El primer interrogante que se nos viene al meditar las palabras de Nuestra Señora es: ¿puede un alma condenarse sin culpa propia?; evidentemente no, ni por la justicia divina ni por supuesto por su misericordia. Un alma condenada al infierno es un alma que, desde su libertad, ha rechazado a Dios y ha aceptado el pecado hasta el mismo final de su vida. Es un alma que ha rechazado la misericordia de Dios en las muchas admoniciones que el Espíritu Santo ha realizado en su conciencia. Es un hecho terrible y a la vez muy real: como Dios respeta nuestra libertad podemos condenarnos. Y el infierno es resultado de la opción libre tanto de los demonios como de las almas humanas allí presentes. Esto es dogma de fe y ni siquiera puede ponerse en duda pues sería dudar o negar la misma Palabra de Dios (mencionada hasta 27 veces en los evangelios y de forma muy concreta en Mateo 25). Quien se condene es por su culpa, pues nadie se condena por culpa de otro.
Pero sí se puede condenar desde una opción libre donde influyan perniciosamente otras personas. Y se puede salvar desde una opción libre donde también influyan, en este caso felizmente, otras personas.
El principio de la libertad personal tiene una parte de interdependencia que, en teología llamamos “comunión de los santos”. Somos libres, si, pero no estamos solos. En el camino a la eterna salvación nos ayudan la Virgen Santísima, los ángeles y los santos, las ánimas del purgatorio y aquellos hermanos nuestros que Dios pone en nuestra vida y que hacen apostolado con nosotros. Y éstos últimos, nuestro prójimo, cumpliendo doblemente lo mandado por Jesucristo de “dad gratis lo que gratis habéis recibido” (Mateo 10,8) y de “id por todo el mundo a llevar el evangelio…” (Marcos 16,15). Y a la vez, no menos cierto que, de manera directa procuran y desean nuestra condenación los demonios y, de manera normalmente indirecta aquellos hermanos nuestros que, o bien nos alientan a vivir en el pecado, o bien, por omisión, no nos ayudan a vivir en la virtud. Y de éstos últimos se “ocupa” la Virgen María en su mensaje tras mostrar la horrible realidad del infierno a los tres pastorcillos.
Ha llovido mucho desde 1917, y para peor a la vista del devenir histórico. Si el mundo estaba alejado de Dios en esa fecha, ahora lo está mucho más. Y por ello la advertencia de la Virgen María ha de ser motivo profundo de reflexión y, sobre todo, de enmienda. Y para ello debemos, con valentía, desenmascarar dos grandes mentiras que hoy día son parte integrante de una falsa felicidad del hombre “moderno”.
Primera mentira: No existe el pecado personal. Sólo existe el pecado “social” del cual nadie tiene responsabilidad moral al estar todos determinados por las circunstancias.
Segunda mentira: De lo anterior se deriva que no tiene sentido rezar ni sacrificarse por los “pecadores” ya que éstos no existen. Y no se reza por lo que no es.
Pues bien: Nuestro Señor Jesucristo en la cruz nos recuerda que murió de ese modo por nuestros pecados. Es nuestro redentor, que sufrió muerte espantosa como propiciación ante el Padre. Y en cada Misa se actualiza de forma incruenta este sacrificio. Entonces creer que no hay pecado personal es rechazar de forma indigna el Amor infinito de Dios expresado de forma insuperable en su pasión, muerte y resurrección. Y omitir el apostolado, que incluye de forma esencial la oración por el prójimo, es negar el mandato de Nuestro Señor ya mencionado en esta carta y dado antes de la Ascensión. Habría que preguntarse: si no hay responsabilidad moral personal, de cada uno de nosotros, entonces ¿para qué murió Cristo en la cruz? ¿Y para que fundó su Iglesia y la revistió de carácter misionero y universal?
Por tanto: hemos de darnos cuenta de la gravísima responsabilidad que tenemos los católicos de hoy en aras a recuperar lo que Nuestro Señor nos manda en la conciencia y que su Madre del Cielo nos recordó hace cien años. Hay que orar por los pecadores, hay que ofrecer sacrificios por ellos. Por supuesto hay que empezar desde uno mismo, pero como difícilmente se alcanza la santidad a lo largo de la vida, han de ir en paralelo ambas ascéticas de conversión: la propia y la del prójimo.
Ha llovido mucho desde 1917, y para peor a la vista del devenir histórico. Si el mundo estaba alejado de Dios en esa fecha, ahora lo está mucho más. Y por ello la advertencia de la Virgen María ha de ser motivo profundo de reflexión y, sobre todo, de enmienda. Y para ello debemos, con valentía, desenmascarar dos grandes mentiras que hoy día son parte integrante de una falsa felicidad del hombre “moderno”.
Primera mentira: No existe el pecado personal. Sólo existe el pecado “social” del cual nadie tiene responsabilidad moral al estar todos determinados por las circunstancias.
Segunda mentira: De lo anterior se deriva que no tiene sentido rezar ni sacrificarse por los “pecadores” ya que éstos no existen. Y no se reza por lo que no es.
Pues bien: Nuestro Señor Jesucristo en la cruz nos recuerda que murió de ese modo por nuestros pecados. Es nuestro redentor, que sufrió muerte espantosa como propiciación ante el Padre. Y en cada Misa se actualiza de forma incruenta este sacrificio. Entonces creer que no hay pecado personal es rechazar de forma indigna el Amor infinito de Dios expresado de forma insuperable en su pasión, muerte y resurrección. Y omitir el apostolado, que incluye de forma esencial la oración por el prójimo, es negar el mandato de Nuestro Señor ya mencionado en esta carta y dado antes de la Ascensión. Habría que preguntarse: si no hay responsabilidad moral personal, de cada uno de nosotros, entonces ¿para qué murió Cristo en la cruz? ¿Y para que fundó su Iglesia y la revistió de carácter misionero y universal?
Por tanto: hemos de darnos cuenta de la gravísima responsabilidad que tenemos los católicos de hoy en aras a recuperar lo que Nuestro Señor nos manda en la conciencia y que su Madre del Cielo nos recordó hace cien años. Hay que orar por los pecadores, hay que ofrecer sacrificios por ellos. Por supuesto hay que empezar desde uno mismo, pero como difícilmente se alcanza la santidad a lo largo de la vida, han de ir en paralelo ambas ascéticas de conversión: la propia y la del prójimo.
Hagamos examen de conciencia con valentía y sin temer ser mal juzgados por el mundo, pues no es el mundo quien nos va a juzgar al final de nuestra vida, sino Dios Nuestro Señor. Él nos pedirá cuentas, el día del juicio, por lo que hicimos para ayudar a salvar tantas almas que puso en nuestro camino. En nuestra familia, en nuestra sociedad, en nuestra Diócesis o Parroquia, en nuestra Comunidad Religiosa, en todos aquellos ambientes donde nos movimos. Nos pedirá cuenta de nuestra oración, de nuestros sacrificios……y nos descubrirá si hubo almas que, condenadas por culpa propia, podrían haberse salvado de haber recibido, por medio de nuestra oración y mortificación, aquello que gratis recibimos de otras almas que si lo hicieron por nosotros.
Momento terrible si se destapa nuestro pecado de omisión: pecado que podría llegar a suponer, Dios no lo quiera, nuestra propia condenación. Para no llegar a ello, para satisfacer el deseo de María Santísima, pongámonos desde ya a orar con perseverancia por todas aquellas almas que, objetivamente (el juicio personal es solo de Dios), estén alejadas de la Gracia Sacramental, de la Iglesia, de Dios en definitiva. Ofrezcamos sacrificios por esas almas, y realicemos esta tarea misionera con la humildad que Cristo nos pide: “Siervos inútiles somos; hicimos lo que teníamos que hacer” (Lucas 17,10). Hagamos así sonreír a la Bienaventurada Virgen María en el centenario de su amorosa y profunda exhortación por el bien de las almas.
Boletín de la diócesis de Oruro (Bolivia)
jueves, 29 de junio de 2017
DE LAS FIESTAS DE LOS SANTOS APÓSTOLES Y EN PARTICULAR DE SAN PEDRO Y SAN PABLO (CATECISMO DE SAN PÍO X)
- Los Apóstoles fueron discípulos de Jesucristo, escogidos por El para que fuesen testigos de su predicación y de sus milagros, depositarios de su doctrina, investidos de su autoridad y enviados para anunciar el Evangelio a todas las gentes.
197. ¿Cuál fue el fruto de la predicación de los Apóstoles?
197. ¿Cuál fue el fruto de la predicación de los Apóstoles?
- El fruto de la predicación de los Apóstoles fue la destrucción de la idolatría y el establecimiento de la religión cristiana.
198. ¿De qué medios se valieron los Apóstoles para persuadir a las naciones que abrazasen la religión cristiana?
198. ¿De qué medios se valieron los Apóstoles para persuadir a las naciones que abrazasen la religión cristiana?
- Los Apóstoles persuadieron a las naciones que abrazasen la religión cristiana confirmando la divinidad - de la doctrina que predicaban con la fuerza de los milagros, con la santidad de la vida, con la constancia en los padecimientos y con dar por ella su misma vida.
199. ¿Por qué se celebra con mayor solemnidad la fiesta de San Pedro y San Pablo?
199. ¿Por qué se celebra con mayor solemnidad la fiesta de San Pedro y San Pablo?
- Se celebra con mayor solemnidad la fiesta de San Pedro y San Pablo porque son los Príncipes de los Apóstoles.
200. ¿Por qué San Pedro y San Pablo se llaman Príncipes de los Apóstoles?
200. ¿Por qué San Pedro y San Pablo se llaman Príncipes de los Apóstoles?
- San Pedro y San Pablo se llaman Príncipes de los Apóstoles porque San Pedro fue especialmente escogido por Jesucristo por cabeza de los Apóstoles y de toda la Iglesia, y San Pablo fue el qué más trabajó en la predicación del Evangelio y en la conversión de los gentiles.
201. ¿Dónde tuvo San Pedro su sede?
201. ¿Dónde tuvo San Pedro su sede?
- San Pedro tuvo primero su sede en Antioquía, después la trasladó y fijó en Roma, capital entonces del Imperio Romano, y allí acabó los largos y penosos. trabajos de su apostolado con glorioso martirio.
202. ¿Qué se sigue de haber fijado San Pedro y su sede en Roma y terminado allí sus días?
202. ¿Qué se sigue de haber fijado San Pedro y su sede en Roma y terminado allí sus días?
- De haber San Pedro fijado en Roma su sede síguese que hemos de reconocer al Romano Pontífice por verdadero sucesor de San Pedro y cabeza de toda la Iglesia, prestarle sincera obediencia y tener por de fe las doctrinas que él define como Pastor y Maestro de todos los cristianos.
203. ¿Quién era San Pablo antes de su conversión?
203. ¿Quién era San Pablo antes de su conversión?
- San Pablo, antes de su conversión, era un docto fariseo y perseguidor del nombre de Jesús.
204. ¿Cómo fue llamado San Pablo al apostolado?
204. ¿Cómo fue llamado San Pablo al apostolado?
- San Pablo fue llamado al apostolado en el camino de Damasco, donde Jesucristo glorioso se le apareció, y de perseguidor de la Iglesia le hizo predicador celosísimo del Evangelio.
205. ¿Por qué Jesucristo quiso convertir a San Pablo con un milagro tan grande?
205. ¿Por qué Jesucristo quiso convertir a San Pablo con un milagro tan grande?
- Jesucristo quiso convertir a San Pablo con un milagro tan grande para mostrar en él el poder y eficacia de su gracia, que puede trocar los corazones más duros y convertirlos a penitencia, y darle mayor autoridad y crédito en la predicación.
206. ¿Por qué se celebran en un mismo día las fiestas de San Pedro y San Pablo?
206. ¿Por qué se celebran en un mismo día las fiestas de San Pedro y San Pablo?
- Las fiestas de San Pedro y San Pablo se celebran en un mismo día porque ambos a dos, después de haber santificado a Roma con su presencia y predicación, allí mismo padecieron el martirio y son sus gloriosos protectores.
207. ¿Qué hemos de aprender de los Santos Apóstoles?
207. ¿Qué hemos de aprender de los Santos Apóstoles?
- De los Santos Apóstoles hemos de aprender: 1°, a conformar las acciones de nuestra vida con las máximas del Evangelio; 2°, a instruir con santo celo y constancia en la doctrina de Jesucristo a los que lo hubieren menester; 3°, a sufrir de buena gana cualquier trabajo por amor del santo Nombre de Jesús.
208. ¿Qué debemos hacer en las fiestas de las Apóstoles?
208. ¿Qué debemos hacer en las fiestas de las Apóstoles?
- En las fiestas de los Apóstoles debemos: 1 °, dar gracias al Señor por habernos llamado por su medio a la fe; 2 °, pedirle la gracia de conservarla inviolable por su intercesión; 3.°, rogarle que proteja a la Iglesia contra sus enemigos y le dé Pastores que sean dignos sucesores de los Santos Apóstoles. que proteja a la Iglesia contra sus enemigos y le dé Pastores que sean dignos sucesores de los Santos Apóstoles.
martes, 27 de junio de 2017
Cristo fundó una sola Iglesia
por Hemos Visto
Hemos llegado a tal ignorancia religiosa que hoy en día muchos fundan “su iglesia” o mejor dicho, su empresa familiar, y “predican la Biblia” a su modo, haciendo “discípulos”. ¿Es conforme a la voluntad de Cristo todo eso? Frente a la confusión provocada por los falsos profetas, ¿cómo saber con certeza cuál es la Iglesia que Cristo fundó? Este es un asunto que merece reflexión y buena voluntad.
La Iglesia Católica
Pruebas bíblicas e históricas
Nuestro Señor Jesucristo, el Hijo de Dios hecho hombre, dio su vida en la Cruz para salvar a los hombres del pecado y del poder del demonio. Fundó su Iglesia para continuar su obra de salvación. Única y exclusivamente a esta Iglesia que Él mismo fundó, confió su misión, su Evangelio, su autoridad y sus poderes divinos para predicar, bautizar, hablar en su nombre. Sin embargo, dieciséis siglos después de Cristo, Martín Lutero, un sacerdote católico excomulgado, inventó la teoría de la libre interpretación de la Biblia. Este libre examen produjo unas 30,000 sectas diferentes y opuestas, que sin ningún derecho se apropiaron del Evangelio, utilizándolo contra la legítima Iglesia. Para hacerse aceptar, todas estas sectas dicen ser de Jesucristo. Hemos llegado a tal ignorancia religiosa que hoy en día muchos fundan “su iglesia” o mejor dicho, su empresa familiar, y “predican la Biblia” a su modo, haciendo “discípulos”. ¿Es conforme a la voluntad de Cristo todo eso? ¿Reconoce Cristo a estas 30,000 “iglesias” como suyas o las rechaza? puesto que Él no las fundó y a nadie dio autoridad para fundarlas. Frente a la confusión provocada por los falsos profetas, para no dejarse engañar y perderse eternamente (Mateo 7, 15-23) ¿cómo saber con certeza cuál es la Iglesia que Cristo fundó? Este es un asunto que merece reflexión y buena voluntad.
Cristo fundó la Iglesia Católica
Toda persona que cree en lo que dice la Biblia y quiere hacer la voluntad de Dios, debería aceptar los principios siguientes basados en el sentido común:
1. La Iglesia que Cristo fundó debe necesariamente tener 21 siglos de existencia, puesto que Cristo vivió hace más de 2000 años en esta tierra.
2. Únicamente la Iglesia que tiene 21 siglos viene de Cristo, a través de sus doce Apóstoles, es decir, sus doce enviados y legítimos sucesores.
3. Ahora bien, la historia nos dice que la Iglesia Católica, que es la Iglesia cristiana universal, es la única Iglesia que tiene 21 siglos, y que esta misma Iglesia viene de los Apóstoles, a través de sus legítimos sucesores. Desde San Pedro, martirizado en el año 67 en Roma por el emperador Nerón, hasta el Papa Benedicto XVI, esta Iglesia tiene un jefe, representante de Cristo y sucesor de San Pedro, ahora llamado Papa.
4. Únicamente la Iglesia Católica, que ha tenido 265 Papas, puede proporcionarnos una lista de sus jefes, desde San Pedro hasta el Papa actual. Ninguna otra iglesia puede ofrecernos esta lista de la sucesión apostólica. Si no puede mostrarnos este documento, significa que fue fundada después; y si fue fundada después, no es una iglesia legítima, ni verdadera; no puede ser obra de Cristo; si no es obra de Cristo, esta “iglesia” fundada por supuestos profetas, no puede ni predicar correctamente el Evangelio, ni santificar ni salvar, aunque afirme ser de Cristo (Mateo 7, 15-23). Es un instrumento de perdición, ya que Cristo afirma explícitamente que habrá supuestos “profetas que engañarán a muchos” (Mateo 24, 11).
5. A los que afirman, muy a la ligera, que la Iglesia se terminó en el siglo cuarto, contestamos: Cristo, por ser Dios, no puede equivocarse ni engañarnos: prometió a sus Apóstoles y a sus sucesores que Él estaría con ellos hasta el fin del mundo y que las fuerzas del mal no podrían prevalecer contra su Iglesia (Mateo 28, 17-19). Por consiguiente, pretender que la Iglesia verdadera se acabó en el siglo cuarto y que el emperador Constantino “fundó la Iglesia Católica”, es antibíblico y antihistórico; es una afirmación indigna de un hombre sensato. Además, los que inventan supuestas iglesias desobedecen a Cristo y sus legítimos representantes a quienes Él dijo: “Quien a vosotros escucha, a Mí me escucha y quien a vosotros rechaza, me rechaza a Mí; ahora bien, quien me rechaza a Mí rechaza a Aquel que me envió.” (Lucas 10, 16).
6. A los que rechazan la Iglesia Católica, pero se sirven de la Biblia, que la misma Iglesia Católica nos transmitió durante dieciséis siglos, decimos: Cristo, por ser Dios, es sabio, no dejó la Biblia como una manzana de la discordia entre sus discípulos. Fundó una Iglesia, dejó un representante, que fue San Pedro y sus legítimos sucesores, para predicar, interpretar y defender su Evangelio contra los manipuladores de la Biblia (II Pedro 1, 20; Gál. 1, 8; II Cor. 11, 13-14). La Biblia en manos de los fundadores de sectas, no puede defenderse, no tiene boca para desmentir las falsas interpretaciones.
7. Cristo no escribió una Biblia, sino que fundó una Iglesia: formó hombres y los mandó a hablar en su Nombre (II Timoteo 2, 2).
8. La Iglesia verdadera necesariamente es UNA, SANTA, CATÓLICA Y APOSTÓLICA y debe tener 2000 años; debe tener la misma fe, la misma moral, la misma autoridad mediante la sucesión apostólica y la misma enseñanza, desde Cristo hasta hoy. Ahora bien, aparte de la Iglesia Católica, ninguna de las iglesias evangélicas cumple con estas características.
La Biblia nos habla de una Iglesia
San Pedro, después de haber declarado que Cristo es el Hijo de Dios vivo, recibe del propio Cristo esta respuesta: “Yo te digo que tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré MI IGLESIA, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. A ti te daré las llaves del reino de los cielos: todo lo que atares sobre la tierra, será atado en los cielos, y lo que desatares sobre la tierra, será desatado en los cielos.” (Mateo 16, 17-19).
Nuestro Señor dice mi Iglesia, no dice mis iglesias. Aunque la Iglesia esté en el mundo entero, es una, así como el cuerpo está compuesto de muchos miembros, y sin embargo es uno. Jamás de los jamases nuestro Señor habla de varias iglesias. Al contrario, nos advierte de no dejarnos engañar por supuestos profetas, que fundan “sus iglesias”.
Así como Cristo es el único mediador entre Dios y los hombres (1 Timoteo 2, 5), así la Iglesia Católica es la única Iglesia que conduce a Jesucristo, puesto que ella sola fue fundada por Él, para continuar su obra. Ella sola recibió al Espíritu Santo y la promesa de ser asistida por Él hasta el fin del mundo (Hechos 1, 8; Mateo 28, 20); ella sola es “la Iglesia del Dios viviente, columna y sostén de la verdad.” (I Timoteo 3, 15). Que esta Iglesia tenga hijos buenos o malos es otro asunto.
Cristo, sacerdote supremo del Nuevo Testamento, formó a los Apóstoles y les comunicó sus poderes. Los Apóstoles, es decir, los enviados y depositarios exclusivos de la autoridad de Cristo, antes de morir dejaron sucesores legítimos, esto es, formaron otros presbíteros y obispos, a quienes dieron el poder y la misión de predicar conforme a la Fe que ellos recibieron, predicaron y transmitieron (Hebreos 4 y 5; II Timoteo 2, 2). Desde el siglo I hasta el XXI, siempre la Iglesia Católica tuvo sacerdotes, obispos y papas. Ella sola tiene esta sucesión apostólica y legitimidad. San Pablo escribe a su discípulo, el obispo Tito: “Te he dejado en Creta [isla griega] para que arregles las cosas que faltan y para que constituyas presbíteros en cada ciudad, como yo te ordené” (Tito 1, 5). Los presbíteros son los sacerdotes. El mismo San Pablo dice a los fieles de la ciudad de Corinto: “Sed imitadores míos, tal cual yo lo soy de Cristo” (1 Cor. 11, 1). “Os alabo porque observáis las tradiciones conforme os las he transmitido” (I Cor. 11, 1-2). Una secta que nació 2000 años después no ha visto nada, no recibió nada, no tiene ninguna tradición apostólica. La palabra tradición viene del latín; significa transmisión, entrega del mensaje de Cristo, comunicado verbalmente o por escrito. En la Iglesia Católica, los fieles con sus presbíteros observaron lo que les fue transmitido, y ellos lo transmitieron a la generación siguiente; así fue desde el siglo I hasta hoy. La más antigua secta protestante fue fundada por el mal sacerdote, Martín Lutero, 1521 años después de Cristo. Ahora bien, los protestantes, que nacieron dieciséis siglos después de los Apóstoles, nunca los conocieron ni los escucharon. De ninguna manera pueden saber la correcta interpretación de la Biblia, que es el libro Sagrada de la Iglesia Católica. San Pablo dice: “Aun cuando nosotros mismos, aun cuando un ángel del cielo os anuncie un evangelio distinto del que os hemos anunciado, sea maldito. Lo dijimos ya, y ahora vuelvo a decirlo: Si alguno os predica un evangelio distinto del que recibisteis, sea anatema.” (Gálatas 1, 8-9). Toda interpretación de la Biblia que contradice la Fe católica y apostólica de 2000 años es un evangelio distinto. Todas las sectas predican un evangelio diferente del que predicaron los Apóstoles y sus legítimos sucesores. Hablando de los predicadores no autorizados por la legítima Iglesia, San Pablo dice: “Esos tales son falsos apóstoles, obreros engañosos, que se disfrazan de apóstoles de Cristo. No es maravilla, ya que el mismo Satanás se disfraza de ángel de luz. No es mucho, pues, que también sus ministros se disfracen de ministros de justicia; su fin será el que corresponde a sus obras”. (II Cor. 11, 13-15). Así como el demonio se hace pasar por ángel bueno, así sus ministros se hacen pasar por representantes de Cristo. Esto es algo tremendo. Cristo dijo: “Se levantarán muchos falsos profetas que engañarán a muchos […] y obrarán grandes señales y prodigios….” (San Mateo 24, 11, 24). Los falsos profetas harán falsos milagros.
La verdadera Iglesia es católica y apostólica
Cristo mandó a sus Apóstoles y sucesores anunciar su Evangelio (Mateo 28, 20). Los Apóstoles predicaron y dejaron representantes. La Biblia lo dice: San Pablo escribe a Timoteo, a quien consagró Obispo: “Lo que oíste de mí transmítelo a hombres fieles, los cuales serán aptos para enseñarlo a otros” (II Timoteo 2, 2). En la Iglesia Católica, desde San Pablo los obispos transmitieron a otros obispos lo recibido y los dejaron como guardianes de este depósito de la Fe (I Timoteo 6, 20).
Las palabras Iglesia y Católica vienen del griego y significan la asamblea universal de todos los fieles cristianos. Decir católico y decir cristiano es la misma cosa. “La Iglesia –dijo San Agustín– es el pueblo cristiano esparcido por toda la redondez de la tierra.”. Desde el año 107, San Ignacio mártir, segundo Obispo de Antioquía de Siria, después de San Pedro, utilizó el término Iglesia Católica. Los rusos y griegos “ortodoxos”, por ejemplo, se separaron de la Iglesia Católica en el año 1054. Los protestantes empezaron con Martín Lutero en 1521. Los anglicanos fueron fundados en 1534 por el rey de Inglaterra, Enrique VIII, porque el Papa no le permitió divorciarse. Todas las demás sectas nacieron de la revolución luterana. Los Testigos de Jehová fueron fundados en Estado Unidos en 1871 por Charles Taze Russell; los Mormones en 1830 por Joseph Smith; los de la “Luz del mundo” en 1926 por Eusebio Joaquín González. Los que se llaman “cristianos” son protestantes disfrazados. De todas estas sectas, ninguna tiene veintiún siglos y ninguna viene de los Apóstoles. Ahora bien, si Cristo no las fundó ¿qué garantía de veracidad y legitimidad pueden tener? Ninguna. Al contrario, la Biblia, la historia, el sentido común y la justicia las condenan como usurpadoras de misión y función.
Cristo nos advierte: “Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestiduras de ovejas; mas por dentro son lobos feroces… No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos; mas el que hace la voluntad de mi Padre, que está en los cielos, éste entrará en el reino de los cielos. Muchos me dirán en aquel día (del Juicio): Señor, Señor, ¿acaso no profetizamos en tu nombre, en tu nombre lanzamos demonios, y en tu nombre obramos muchos prodigios? Y entonces le declararé: nunca jamás os conocí; apartaos de mí los que obráis la iniquidad.” (Mateo 7, 15-23). Seguramente muchos de buena fe siguen a las sectas, pensando estudiar la Biblia. Sin embargo, se separaron de la única Iglesia de Cristo para seguir gente que fundó iglesias ilegítimas que no tienen la autentica interpretación de la Biblia, y que no salvan. La solución es regresar a la Iglesia Católica, que es la única que fundó Cristo.
Un Sacerdote Católico
Publicado por
José Martí
en
01:21

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Etiquetas:
Iglesia
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