Como curiosidad cabe añadir que sólo gozan de este título de doctora de la Iglesia otras dos santas mujeres anteriores a ella: Santa Teresa de Jesús (28 mayo 1515- 15 octubre 1582), canonizada por Gregorio XV el 22 de marzo de 1622 y declarada doctora de la Iglesia el 27 de Septiembre de 1970 por Pablo VI; y Santa Catalina de Siena (25 marzo 1347-29 abril 1380), canonizada por Pío II en 1461, y a la que se le concedió también el título de doctora de la Iglesia por Pablo VI el 4 de octubre de 1970.
El camino que ella propone consiste sencillamente en la puesta en práctica de las palabras de Jesús: "Os lo aseguro: si no os convertís y os hacéis como niños, no entraréis en el Reino de los Cielos" (Mt 18,3). En un discurso sobre Teresita, comentando el texto anterior, decía el Papa Benedicto XV: "Las palabras del divino Maestro 'si no os convirtiéreis y os hicieseis como niños?, ¿no indican, acaso, la absoluta necesidad de un cambio y de un esfuerzo? 'Si no os convirtiéreis': he aquí indicado el "cambio" necesario, que los discípulos de Cristo han de procurar para "volver a ser niños". ¿Y quién ha de volver a ser niño sino aquél que ya no lo es?. 'Si no os hiciereis como niños': he aquí la indicación del "esfuerzo" que se ha de realizar, porque se comprende que es un verdadero trabajo para el hombre maduro volver a ser lo que ya no es desde hace mucho tiempo. Luego las palabras de Jesús 'si no os hiciereis como niños' implican la obligación de trabajar para reconquistar los dones de la infancia."
Esperarlo todo de Dios como un niño lo espera todo de su padre. Ése era el camino de infancia espiritual que Teresa concebía y vivía en su propia carne. Señalo aquí algunas de sus palabras, entresacadas de su libro "Historia de un alma":
"Hago como los niños que no saben leer: digo sencillamente a Dios lo que quiero decirle, y siempre me entiende"
"Por encima de todo, es el Evangelio el que me instruye durante mis oraciones. De allí saco todo lo que es necesario a mi pobre y pequeña alma"
"Soy un alma muy pequeña, que sólo puede ofrecer a Dios cosas pequeñas".
"Dios no nos pide grandes cosas, sino simplemente el abandono y el agradecimiento"
Y en "Novissima Verba", con fecha 3 de agosto de 1897, a tan solo poco más de un mes de su muerte, podemos leer la siguiente frase que es, en cierto modo, un compendio de su camino de infancia espiritual: "La santidad no consiste en esta o la otra práctica, sino en una disposición del corazón que nos hace humildes y pequeños entre los brazos de Dios, conscientes de nuestra flaqueza y confiados hasta la audacia en su bondad de padre"
No hay que llamarse, sin embargo, a engaño. "Han hecho insulsa la espiritualidad de la santa", se lamentaba el papa Pío XI. Las rosas no deben hacernos olvidar las espinas; y la sonrisa de un santo está siempre marcada con el sello auténtico de la cruz.
Sor María de la Trinidad declaró en el proceso diocesano de canonización de la santa lo siguiente:
"Un día le dije (a Teresita) que iba a explicar su 'caminito de amor' a todos mis parientes y amigos... ¡Ah!, me dijo, si es así, tened cuidado, porque "nuestro camino", mal explicado o mal comprendido, podría ser tomado por "quietismo o iluminismo"... No se crea que seguir nuestro 'caminito' es seguir un camino de reposo, todo él dulzura y consolación. ¡Ah! Es todo lo contrario. Ofrecerse como víctima de amor es ofrecerse al sufrimiento, porque el amor sólo vive del sacrificio, y cuando uno se entrega totalmente al Amor, ha de esperar ser sacrificado, sin reserva alguna".
... que esto fue, precisamente, lo que hizo Jesús, quien dijo: "Hay más alegría en dar que en recibir" (Hech 20,35). Y que hizo realidad en su vida, pues "habiendo amado a los suyos, que estaban en el mundo, los amó hasta el fin" (Jn 13,1), hasta dar su vida por amor a nosotros. Y nuestra respuesta a su Amor tendría que ser como la del apóstol Pablo, cuando dijo: "Con Cristo estoy crucificado; y vivo, pero no yo, sino que es Cristo quien vive en mí. Y aunque al presente vivo en la carne, vivo en la fe del Hijo de Dios, que me amó y se entregó a sí mismo por mí" (Gal 2, 20)
En honor a Teresa de Lisieux, cuya Historia de un alma leí cuando era tan solo un niño, he compuesto esta "poesía" que espero que le guste:
La primavera avanzada
una rosa descubrí.
Me acerqué, tímido, a ella
y su aroma le pedí.
- ¿Quién eres? ¿Qué deseas?
- Soy un niño. Y te deseo a tí.
Confiado, fui a tocarla
y un fuerte dolor sentí.
- Si de veras me quieres
vas a sufrir por mí.
-Estoy dispuesto -dije-:
sólo te quiero a tí.
Sus pétalos, entonces, se entreabrieron,
y un fuerte dolor sentí.
- Si de veras me quieres
vas a sufrir por mí.
-Estoy dispuesto -dije-:
sólo te quiero a tí.
Sus pétalos, entonces, se entreabrieron,
su oloroso perfume percibí,
y fue grande mi dicha,
mas el sentido todo lo perdí.
y fue grande mi dicha,
mas el sentido todo lo perdí.
Y ahora sólo anhelo
mi rosa, nuevamente, descubrir.
José Martí
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