martes, 16 de agosto de 2016

El Conmonitorio a cámara lenta (7 ) ASTUCIA TÁCTICA DE LOS HEREJES



 ASTUCIA TÁCTICA DE LOS HEREJES

7. A mi modo de ver, un juicio tan severo fue pronunciado por el Cielo a causa de la malicia de estos mixtificadores, que no dudaban en encubrir con otro nombre las herejías que fabricaban

Con frecuencia se apropiaban de pasajes complicados y poco claros de algún autor antiguo, los cuales, por su misma falta de claridad parecía que concordaban con sus teorías; así simulaban que no eran los primeros ni los únicos que pensaban de esa manera.

Esta falta de honradez yo la califico de doblemente odiosa, porque no tienen escrúpulo alguno en hacer que otros beban el veneno de la herejía, y porque mancillan la memoria de personas santas, como si esparcieran al viento, con mano sacrílega, sus cenizas dormidas. 

Haciendo revivir determinadas opiniones, que mejor era dejar enterradas en el silencio, llevan a cabo una difamación. En esto siguen a la perfección las huellas de su primer modelo Cam, que no sólo no se preocupó de cubrir la desnudez de Noé, sino que la hizo notar a los demás para burlarse. 

[Cfr. Gén 9, 20-27. San Gregorio Magno, en Moralium, libro 25, cap. 16, 37: ML 76, 345-345, utiliza el mismo pasaje de la Biblia para advertir a los súbditos que no pongan en evidencia las debilidades de los superiores, pues esto podría llevar a que los más débiles acabasen faltando al respeto que la autor dad siempre merece; hay formas de hacer ver los errores, incluso a los superiores, teniendo en cuenta la delicadeza y la discreción. En el Evangelio, el Señor nos habla de la delicada corrección fraterna: Mt 18, 15 (...)].

A causa de una ofensa tan grave a la piedad filial, hasta sus descendientes estuvieron incursos en la maldición que mereció su pecado. Su comportamiento fue totalmente contrario al de sus hermanos, los cuales se negaron a profanar con su mirada la venerable desnudez de su padre y a exponerle a las miradas de otros sino que, como está escrito, lo cubrieron acercándose de espaldas. No aprobaron ni censuraron el error de aquel hombre santo y, por eso, merecieron una espléndida bendición, que se extendió a sus hijos de generación en generación.

Pero volvamos a nuestro tema. Debemos tener horror, como si de un delito se tratara, a alterar la fe y corromper el dogma; no sólo la disciplina de la constitución de la Iglesia nos impide hacer una cosa así, sino también la censura de la autoridad apostólica. 

Todos conocemos con cuánta firmeza, severidad y vehemencia San Pablo se lanza contra algunos que, con increíble frivolidad, se habían alejado en poquísimo tiempo de aquel que los había llamado a la gracia de Cristo, para pasarse a otro Evangelio, aunque la verdad es que no existe otro Evangelio (Gal 1, 6-7); además, se habían rodeado de una turba de maestros que secundaban sus caprichos propios, y apartaban los oídos de la verdad para darlos a las fábulas (2 Tim 4, 3-4), incurriendo así en la condenación de haber violado la fe primera (1 Tim 5, 12). 

Se habían dejado engañar por aquellos de quienes escribe el mismo Apóstol en su carta a los hermanos de Roma: "Os ruego, hermanos, que os guardéis de aquellos que originan entre vosotros disensiones y escándalos, enseñando contra la doctrina que vosotros habéis aprendido; evitad su compañía. Estos tales no sirven a Cristo Señor nuestro, sino a su propia sensualidad; y con palabras dulces y con adulaciones seducen los corazones de los sencillos" (Rom 16, 17-18). 

Se introducen en las casas y hacen esclavas a las mujerzuelas cargadas de pecados y movidos por toda clase de deseos; los cuales, aunque siempre dispuestos a instruirse, no consiguen llegar nunca al conocimiento de la verdad (2 Tim 3, 6-7). 

Charlatanes y seductores, revolucionan familias enteras, enseñando lo que no conviene, con el fin de adquirir una vil ganancia (Tit 1, 10-11)

Hombres de mente corrompida y descalificados en materia de fe (2 Tim 3, 8), presuntuosos e ignorantes, que se enzarzan en discusioncillas y en diatribas estériles; privados de la verdad, piensan que la piedad es algo lucrativo (1 Tim 6, 4-5). 

Como no tienen nada en que ocuparse, se dedican al correteo; y no sólo están ociosos, sino que son parlanchines e indiscretos, hablando de lo que no deben (1 Tim 5, 13). Han despreciado una buena conciencia y han naufragado en la fe (1 Tim 1, 19).

Sus palabrerías fútiles y profanas hacen que cada vez vayan más adelante en la impiedad, y esas palabras suyas corroen como la gangrena (2 Tim 2, 16-17). 

Con razón se ha escrito de ellos: no lograrán sus intentos, porque su necedad se hará patente a todos, como se hizo la de aquéllos (2 Tim 3, 9) (Jannés y Mambrés)

[Aunque en Ex 7, 11-13, 22, etc..., no se especifican los nombres de los magos de Egipto que se opusieron a Moisés, la tradición judía los identificó con Jannés y Mambrés, probablemente discípulos de Balaam]

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