lunes, 19 de septiembre de 2016

El Conmonitorio a cámara lenta (22): LA IGLESIA, CUSTODIO FIEL DEL DEPÓSITO



22. Pero es provechoso que examinemos con mayor diligencia esa frase del Apóstol: " ¡Oh Timoteo!, guarda el depósito, evitando las novedades profanas en las expresiones"

Este grito es el grito de alguien que sabe y ama. Preveía los errores que iban a surgir, y se dolía de ello enormemente. ¿Quién es hoy Timoteo sino la Iglesia universal en general y, de modo particular, el cuerpo de los obispos quienes, ellos principalmente, deben poseer un conocimiento puro de la religión cristiana, y además transmitirlo a los demás?

Y ¿qué quiere decir «guarda el depósito»? Estáte atento, le dice, a los ladrones y a los enemigos; no suceda que mientras todos duermen, vengan a escondidas a sembrar la cizaña en medio del buen grano que el Hijo del hombre ha sembrado en su campo (Mt 13, 24-30).

Pero, ¿qué es un depósito? El depósito es lo que te ha sido confiado, no encontrado por tí; tú lo has recibido, no lo has excogitado con tus propias fuerzas. No es el fruto de tu ingenio personal, sino de la doctrina; no está reservado para un uso privado, sino que pertenece a una tradición pública. No salió de ti, sino que a ti vino: a su respecto tú no puedes comportarte como si fueras su autor, sino como su simple custodio. No eres tú quien lo ha iniciado, sino que eres su discípulo; no te corresponderá dirigirlo, sino que tu deber es seguirlo. 

Guarda el depósito, dice; es decir, conserva inviolado y sin mancha el talento (Mt 25, 15) de la fe católica. Lo que te ha sido confiado es lo que debes custodiar junto a tí y transmitir. Has recibido oro, devuelve, pues, oro. No puedo admitir que sustituyas una cosa por otra. No, tú no puedes desvergonzadamente sustituir el oro por plomo, o tratar de engañar dando bronce en lugar de metal precioso. Quiero oro puro, y no algo que sólo tenga su apariencia.

¡Oh Timoteo! ¡Oh sacerdote!, intérprete de las Escrituras, doctor, si la gracia divina te ha dado el talento por ingenio, experiencia, doctrina, debes ser el Beseleel (Es 31, 2-11) del Tabernáculo espiritual. Trabaja las piedras preciosas del dogma divino, reúnelas fielmente, adórnalas con sabiduría, añádeles esplendor, gracia, belleza: Que tus explicaciones hagan que se comprenda con mayor claridad lo que ya se creía de manera muy oscura. Que las generaciones futuras se congratulen de haber comprendido por tu mediación lo que sus padres veneraban sin comprender. 

Pero has de estar atento a enseñar solamente lo que has aprendido: no suceda que por buscar maneras nuevas de decir la doctrina de siempre, acabes por decir también cosas nuevas

[Este último párrafo es especialmente importante porque es un reflejo de lo que hoy está ocurriendo en la Iglesia, a saber, que por "querer" decir de un modo nuevo la doctrina de siempre, está, de hecho, diciendo cosas nuevas, que no son parte del depósito recibido ni de su correcto desarrollo].

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