domingo, 16 de octubre de 2016

Los beneficios de enfadarse con Dios, y decírselo (de Rome Reports)

Sincerarse con el Señor es abrirle nuestro corazón y decirle lo que nos pasa. Y si no lo entendemos, decirle que no lo entendemos. En cualquier caso, el hecho de dirigirnos a Él indica ya, en sí mismo, que tenemos puesta nuestra confianza en lo que Él disponga para nosotros. Y que sabemos que eso es lo mejor que nos puede ocurrir, aun cuando haya mucho sufrimiento de por medio. Se trata de un sufrimiento purificador que, si lo aceptamos, con la gracia de Dios, que no nos va a faltar, nos servirá para crecer en nuestra fe y fortalecernos en nuestra vida cristiana. No hay mejor interlocutor que Jesús, quien nos consuela y nos anima en todo momento. Y produce en nosotros una gran paz interior, la que sólo Él sabe y puede dar, no la que da el mundo.

Cuando pasemos por situaciones de grave dificultad no desesperemos sino acudamos a Él y también a la Virgen María, nuestra Madre, por cuya intercesión podemos obtener de Él cuanto le pidamos. Si Jesús está con nosotros no estamos solos y no tenemos motivo alguno para estar tristes. Sólo el pecado es motivo de tristeza, pues el pecado conduce a la "muerte del alma", alejándonos de Dios.

Escuchemos las Palabras de Jesús, que son consoladoras ... y son Verdad: "Venid a Mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, que Yo os aliviaré. Tomad sobre vosotros mi yugo y aprended de Mí, que soy manso y humilde de corazón; y encontraréis descanso para vuestras almas. Pues mi yugo es suave y mi carga ligera" (Mt 11, 28-30).

Duración 2:27 minutos

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.