lunes, 24 de octubre de 2016

SYLLABUS ERRORUM (del papa Pío IX) ... paso a paso [2]

Su Santidad, el papa Pío IX


Syllabus: Índice de los principales errores de nuestro siglo

[Las afirmaciones que siguen a continuación son errores que han sido condenados por la Iglesia; es decir, lo contrario de lo que dicen es la doctrina segura. Sacadas de distintas alocuciones y encíclicas, que no colocaré aquí para no distraer al lector acerca del contenido de estos puntos (aunque se puede acceder a ellas a través del enlace que da título al Syllabus) sirven de guía para no dejarnos encandilar ni engañar por las teorías modernistas que se han infiltrado de lleno en la Iglesia. Junto al Conmonitorio, el Syllabus es otro refuerzo más a la Doctrina de siempre de la Santa Madre Iglesia]


§ I. Panteísmo, Naturalismo y Racionalismo absoluto


I. No existe ningún Ser divino [Numen divinum], supremo, sapientísimo, providentísimo, distinto de este universo, y Dios no es más que la naturaleza misma de las cosas, sujeto por lo tanto a mudanzas, y Dios realmente se hace en el hombre y en el mundo, y todas las cosas son Dios, y tienen la misma idéntica sustancia que Dios; y Dios es una sola y misma cosa con el mundo, y de aquí que sean también una sola y misma cosa el espíritu y la materia, la necesidad y la libertad, lo verdadero y lo falso, lo bueno y lo malo, lo justo y lo injusto.

II. Dios no ejerce ninguna manera de acción sobre los hombres ni sobre el mundo.

III. La razón humana es el único juez de lo verdadero y de lo falso, del bien y del mal, con absoluta independencia de Dios; es la ley de sí misma, y le bastan sus solas fuerzas naturales para procurar el bien de los hombres y de los pueblos.

IV. Todas las verdades religiosas dimanan de la fuerza nativa de la razón humana; por donde la razón es la norma primera por medio de la cual puede y debe el hombre alcanzar todas las verdades, de cualquier especie que estas sean. 

V. La revelación divina es imperfecta, y está por consiguiente sujeta a un progreso continuo e indefinido correspondiente al progreso de la razón humana.

VI. La fe de Cristo se opone a la humana razón; y la revelación divina no solamente no aprovecha nada sino que también daña a la perfección del hombre.

VII. Las profecías y los milagros expuestos y narrados en la Sagrada Escritura son ficciones poéticas, y los misterios de la fe cristiana resultado de investigaciones filosóficas; y en los libros del antiguo y del nuevo Testamento se encierran mitos; y el mismo Jesucristo es una invención de esta especie.


§ II. Racionalismo moderado


VIII. Equiparándose la razón humana a la misma religión, síguese que las ciencias teológicas deben de ser tratadas exactamente lo mismo que las filosóficas.

IX. Todos los dogmas de la religión cristiana sin distinción alguna son objeto del saber natural, o sea de la filosofía, y la razón humana históricamente sólo cultivada puede llegar con sus solas fuerzas y principios a la verdadera ciencia de todos los dogmas, aun los más recónditos, con tal de que hayan sido propuestos a la misma razón.

X. Siendo una cosa el filósofo y otra cosa distinta la filosofía, aquel tiene el derecho y la obligación de someterse a la autoridad que él mismo ha probado ser la verdadera; pero la filosofía no puede ni debe someterse a ninguna autoridad.

XI. La Iglesia no sólo debe corregir jamas a la filosofía, sino que debe también tolerar sus errores y dejar que ella se corrija a sí propia.

XII. Los decretos de la Sede apostólica y de las Congregaciones romanas impiden el libre progreso de la ciencia.

XIII. El método y los principios con los que los antiguos doctores escolásticos cultivaron la Teología, no están, de ningún modo, en armonía con las necesidades de nuestros tiempos ni con el progreso de las ciencias.

XIV. La filosofía debe tratarse sin mirar a la revelación sobrenatural.


§ III. Indiferentismo. Latitudinarismo


XV. Todo hombre es libre para abrazar y profesar la religión que, guiado de la luz de la razón, juzgare por verdadera.

XVI. En el culto de cualquiera religión pueden los hombres hallar el camino de la salud eterna y conseguir la eterna salvación.

XVII. Es bien, por lo menos, esperar la eterna salvación de todos aquellos que no están en la verdadera Iglesia de Cristo.

XVIII. El protestantismo no es más que una forma diversa de la misma verdadera Religión cristiana, en la cual, lo mismo que en la Iglesia, es posible agradar a Dios.


§ IV. Socialismo, Comunismo, Sociedades secretas, Sociedades bíblicas, Sociedades clérico-liberales


Tales pestilencias han sido muchas veces y con gravísimas sentencias reprobadas en la Encíclica Qui pluribus, 9 de noviembre de 1846; en la Alocución Quibus quantisque, 20 de abril de 1849; en la Encíclica Noscitis et Nobiscum, 8 de diciembre de 1849; en la Alocución Singulari quadam, 9 de diciembre de 1854; en la Encíclica Quanto conficiamur maerore, 10 de agosto de 1863.

(Continúa)

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