viernes, 13 de octubre de 2017

Carta Encíclica Mystici Corporis Christi del Papa Pío XII, promulgada el 29 de junio de 1943 [1 de 15]

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Mystici Corporis Christi
SOBRE EL CUERPO MÍSTICO DE CRISTO
Carta Encíclica del Papa Pío XII promulgada el 29 de junio de 1943



1. La Doctrina sobre el Cuerpo Místico de Cristo, que es la Iglesia [1: Col 1, 24], recibida primeramente de labios del mismo Redentor, por la que aparece en su propia luz el gran beneficio (nunca suficientemente alabado) de nuestra estrechísima unión con tan excelsa Cabeza es, en verdad, de tal índole que, por su excelencia y dignidad, invita a su contemplación a todos y cada uno de los hombres movidos por el Espíritu divino, e ilustrando sus mentes los mueve, en sumo grado, a la ejecución de aquellas obras saludables que están en armonía con sus mandamientos. Hemos, pues, creído Nuestro deber hablaros de esta materia en la presente Carta encíclica, desenvolviendo y exponiendo principalmente aquellos puntos que atañen a la Iglesia militante. A hacerlo así Nos mueve no solamente la sublimidad de esta doctrina, sino también las presentes circunstancias en que la humanidad se encuentra.

2. Nos proponemos, en efecto, hablar de las riquezas encerradas en el seno de la Iglesia, que Cristo ganó con su propia sangre [2: Hech 20, 28] y cuyos miembros se glorían de tener una Cabeza ceñida de corona de espinas. Lo cual ciertamente es claro testimonio de que todo lo más glorioso y eximio no nace sino de los dolores y que, por lo tanto, hemos de alegrarnos cuando participamos de la pasión de Cristo, a fin de que nos gocemos también con júbilo cuando se descubra su gloria [3: 1 Pet. 4, 13].

3.  Ante todo, debe advertirse que, así como el Redentor del género humano fue vejado, calumniado y atormentado por aquellos mismos cuya salvación había tomado a su cargo, así la sociedad por Él fundada se parece también en esto a su Divino Fundador. Porque, aun cuando no negamos, antes bien lo confesamos con ánimo agradecido a Dios, que, incluso en esta nuestra turbulenta época, no pocos, aunque separados de la grey de Cristo, miran a la Iglesia como a único puerto de salvación; sin embargo, no ignoramos que la Iglesia de Dios no sólo es despreciada, y soberbia y hostilmente rechazada, por aquéllos que, menospreciando la luz de la sabiduría cristiana, vuelven misérrimamente a las doctrinas, costumbres e instituciones de la antigüedad pagana, sino que muchas veces es ignorada, despreciada y aun mirada con cierto tedio y enojo, hasta por muchísimos cristianos, atraídos por la falsa apariencia de los errores, o halagados por los alicientes y corruptelas del siglo.

4. Hay, pues, motivo, Venerables Hermanos, para que Nos, por la obligación misma de Nuestra conciencia y asintiendo a los deseos de muchos, celebremos, poniéndolas ante los ojos de todos, la hermosura, alabanza y gloria de la Madre Iglesia a quien, después de Dios, debemos todoY abrigamos la esperanza de que estas Nuestras enseñanzas y exhortaciones han de producir frutos muy abundantes para los fieles en los momentos actuales, pues sabemos cómo tantas calamidades y dolores de esta borrascosa edad que acerbamente atormentan a una multitud casi innumerable de hombres, si se reciben como de la mano de Dios con ánimo resignado y tranquilo, levantan con cierto natural impulso sus almas de lo terreno y deleznable a lo celestial y eternamente duradero y excitan en ellas una misteriosa sed de las cosas espirituales y un intenso anhelo que, con el estímulo del Espíritu divino, las mueve y, en cierto modo, las impulsa a buscar con más ansia el Reino de Dios.Porque, a la verdad, cuanto más los hombres se apartan de las vanidades de este siglo y del desordenado amor de las cosas presentes, tanto más aptos se hacen ciertamente para penetrar en la luz de los misterios sobrenaturales. En verdad, hoy se echa de ver, quizá más claramente que nunca, la futilidad y la vanidad de lo terrenal, cuando se destruyen reinos y naciones, cuando se hunden en los vastos espacios del océano inmensos tesoros y riquezas de toda clase, cuando ciudades, pueblos y las fértiles tierras quedan arrasados bajo enormes ruinas y manchados con sangre de hermanos.

5. Confiamos, además, que cuanto a continuación hemos de exponer acerca del Cuerpo Místico de Jesucristo no sea desagradable ni inútil aun a aquellos que están fuera del seno de la Iglesia Católica. Y ello no sólo porque cada día parece crecer su benevolencia para con la Iglesia, sino también porque, viendo como ven al presente levantarse una nación contra otra nación y un reino contra otro reino y crecer sin medida las discordias, las envidias y las semillas de enemistad; si vuelven sus ojos a la Iglesia, si contemplan su unidad recibida del Cielo -en virtud de la cual todos los hombres de cualquier estirpe que sean se unen con lazo fraternal a Cristo-, sin duda se verán obligados a admirar una sociedad donde reina caridad semejante, y con la inspiración y ayuda de la gracia divina se verán atraídos a participar de la misma unidad y caridad.

6. Hay también una razón peculiar, y por cierto gratísima, por la que vino a Nuestra mente la idea de esta doctrina, y en grado sumo la receta. Durante el pasado año, XXV aniversario de Nuestra Consagración Episcopal, hemos visto con gran consuelo algo especial, que ha hecho resplandecer de un modo claro y significativo la imagen del Cuerpo místico de Cristo en todas las partes de la tierra. Hemos observado, en efecto, cómo, a pesar de que la larga y homicida guerra deshacía miserablemente la fraterna comunidad de las naciones, Nuestros hijos en Cristo, todos y en todas partes, con una sola voluntad y caridad levantaban sus ánimos hacia el Padre común que, recogiendo en sí las preocupaciones y ansiedades de todos, guía en tan calamitosos tiempos la nave de la Iglesia. En lo cual, ciertamente, echamos de ver un testimonio no solo de la admirable unidad del pueblo cristiano, sino también de cómo mientras Nos abrazamos con paternal corazón a todos los pueblos de cualquier estirpe, desde todas partes los católicos, aun de naciones que luchan entre sí, alzan los ojos al Vicario de Jesucristo, como a Padre amantísimo de todos, que con absoluta imparcialidad para con los bandos contrarios y con juicio insobornable, remontándose por encima de las agitadas borrascas de las perturbaciones humanas, recomienda la verdad, la justicia y la caridad, y las defiende con todas sus fuerzas.

7. Ni ha sido menor el consuelo que Nos ha producido el saber que espontánea y gustosamente se había reunido la cantidad necesaria para poder levantar en Roma un templo dedicado a Nuestro santísimo Antecesor y Patrono Eugenio I. Así, pues, como con la erección de este templo, debida a la voluntad y ofertas de todos los fieles, se ha de perpetuar la memoria de este faustísimo acontecimiento, así deseamos que se patentice el testimonio de Nuestra gratitud por medio de esta Carta encíclica, en la cual se trata de aquellas piedras vivas que, edificadas sobre la piedra viva angular, que es Cristo, se unen para formar el templo santo, mucho más excelso que todo otro templo hecho a mano, es decir, para morada de Dios por virtud del Espíritu [4: Eph. 2, 21-22; 1 Pet. 2, 5.].

8. Nuestra pastoral solicitud, sin embargo, es la que Nos mueve principalmente a tratar ahora con mayor extensión de esta excelsa doctrina. Muchas cosas, en verdad, se han publicado sobre este asunto; y no ignoramos que son muchos los que hoy se dedican con mayor interés a estos estudios, con los que también se deleita y alimenta la piedad de los cristianos. Y este efecto parece que se ha de atribuir, principalmente, a que la restauración de los estudios litúrgicos, la costumbre introducida de recibir con mayor frecuencia el manjar Eucarístico, y por fin el culto más intenso al Sacratísimo Corazón de Jesús, de que hoy gozamos, han encaminado muchas almas a la contemplación más profunda de las inescrutables riquezas de Cristo que se guardan en la IglesiaAñádase a esto que los documentos publicados en estos últimos tiempos acerca de la Acción Católica, por lo mismo que han estrechado más y más los lazos de los cristianos entre sí y con la jerarquía eclesiástica y, en primer lugar, con el Romano Pontífice, han contribuido, sin duda, no poco, a colocar esta materia en su propia luz. Mas, aunque con justo motivo podemos alegrarnos de las cosas arriba señaladas, no por eso hemos de ocultar que no sólo esparcen graves errores en esta materia los que están fuera de la Iglesia, sino que entre los mismos fieles de Cristo se introducen furtivamente ideas o menos precisas o totalmente falsas, que apartan a las almas del verdadero camino de la verdad.

9. Porque, mientras por una parte perdura el falso racionalismo, que juzga absolutamente absurdo cuanto trasciende y sobrepuja a las fuerzas del entendimiento humano y, mientras, se le asocia otro error afín, el llamado naturalismo vulgar, que ni ve ni quiere ver en la Iglesia nada más que vínculos meramente jurídicos y sociales; por otra parte, se insinúa fraudulentamente un falso misticismo que, al esforzarse por suprimir los límites inmutables que separan a las criaturas de su Creador, adultera las Sagradas Escrituras.

10. Ahora bien: estos errores, falsos y opuestos entre sí, hacen que algunos, movidos por cierto vano temor, consideren esta profunda doctrina como algo peligroso y por esto se retraigan de ella como del fruto del Paraíso, hermoso, pero prohibido. Pero, a la verdad, no rectamente: pues no pueden ser dañosos a los hombres los misterios revelados por Dios, ni deben, como tesoro escondido en el campo, permanecer infructuosos; antes bien, han sido dados por Dios, para que contribuyan al aprovechamiento espiritual de quienes piadosamente los contemplanPorque, como enseña el Concilio Vaticano [El Concilio Vaticano I, que es el único que entonces se conocía], la razón ilustrada por la fe, cuando diligente, pía y sobriamente busca, alcanza, con la ayuda de Dios, alguna inteligencia, ciertamente fructuosísima, de los misterios, ya por la analogía de aquellas cosas que conoce naturalmente, ya también por el enlace de los misterios entre sí con el último fin del hombre; por más que la misma razón, como lo advierte el mismo santo Concilio, nunca llega a ser capaz de penetrarlos a la manera de aquellas verdades, que constituyen su propio objeto. [Sessio III; Const. de fide cath., c.4.)

11. Pesadas maduramente delante de Dios todas estas cosas; a fin de que resplandezca con nueva gloria la soberana hermosura de la Iglesia; para que se dé a conocer con mayor luz la nobleza eximia y sobrenatural de los fieles, que en el Cuerpo de Cristo se unen con su Cabeza; y, por último, para cerrar por completo la entrada a los múltiples errores en esta materiaNos hemos juzgado ser propio de Nuestro cargo pastoral proponer por medio de esta Carta encíclica a toda la grey cristiana la doctrina del Cuerpo místico de Jesucristo y de la unión de los fieles en el mismo Cuerpo con el Divino Redentor; y al mismo tiempo sacar de esta suavísima doctrina algunas enseñanzas, con las cuales el conocimiento más profundo de este misterio produzca siempre más abundantes frutos de perfección y santidad.
(Continuará)
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lunes, 28 de agosto de 2017

La verdadera vida consiste en aceptar la amistad y el amor de Jesucristo (Padre Alfonso Gálvez)

Duración 3:32 minutos

La charla completa de 73:13 minutos puede escucharse pinchando aquí

Escuchar y creer en las palabras de Jesús para poder amarle (Padre Alfonso Gálvez)

Duración 4:52 minutos

La charla completa de 73:13 minutos puede escucharse pinchando aquí

Importancia del asombro en el amor (Padre Alfonso Gálvez)

Duración 2:38 minutos

La charla completa de 73:13 minutos puede escucharse pinchando aquí

Necesidad del trato con Jesucristo para poder amarle (Padre Alfonso Gálvez)

Duración 6:25 minutos

La charla completa de 73:13 minutos puede escucharse pinchando aquí

San Agustín no fue un pastor mudo ni ciego (Padre Santiago Martín)

Duración 5:51 minutos

miércoles, 16 de agosto de 2017

Asunción de la Virgen María (P. Santiago Martín)

Homilía del padre Santiago Martín en la festividad de la Asunción de María en cuerpo y alma a los cielos (Martes 15 de agosto de 2017)

Duración 12:15 minutos

lunes, 14 de agosto de 2017

La homilía de hoy: la tempestad calmada (Padre Jorge González)



Siempre se ha identificado la barca de Pedro con la Iglesia. Hoy nos encontramos, en el evangelio, con esa barquita en medio de una tempestad. No hace falta pensar mucho para identificar la tormenta con este tiempo actual en el que la iglesia trata de vivir en fidelidad a Jesucristo.
Borrascas desde el mundo, y cada vez parecieran más fuertes. El avance del laicismo, el odio a la religión, ataques a los principios más básicos no solo de la Iglesia, sino de la ley natural. El ambiente es complejo. Asaltos a iglesias y capillas, pintadas, profanaciones, procesiones burlescas… ¿sigo? Intentos de expropiación de la catedral de Córdoba, leyes sobre ideología de género, intentos de manipular la educación concertada, demandas contra sacerdotes y obispos por predicar la fe y la moral de la Iglesia… Hay gente que no lo reconoce, pero los hechos son tercos.
Muchos tenemos también la sensación de una fortísima galerna desde dentro de la misma institución eclesial. No es normal que unos obispos contradigan abiertamente a otros, que la liturgia sea creativa, la moral según como y el catecismo papel mojado.
No creo que esté exagerando. Qué digo temporal, tormenta o galerna, digo un huracán tropical de grado máximo. Tanto que muchos católicos se sienten cansados, derrotados, con ganas de esconderse en su particular catacumba y no querer saber nada de lo que está pasando.
Aquí, ahora, resuenan las palabras del Maestro: no tengas miedo. Grandes y necesarias palabras. Sí, hay tormentas, pero no vamos a tener miedo porque nos fiemos de aquel que tiene poder sobre todo y sobre todos.
Impactante primera lectura: el susurro de una brisa suave. Aunque solo veamos lo negativo, o lo más contradictorio parezca ganar terreno, hoy es un día también para contemplar los signos callados y oscuros que hablan de fe, de vida, del triunfo de Cristo, que, en definitiva, nos llenan de esperanza.
Nadie hablará de las capillas de adoración perpetua extendidas por toda la Iglesia, ni de la nuestra, con cuatro años y medio de existencia. Jamás harán ruido los miles de contemplativos que en el mundo dan su vida por Cristo. De puntillas veremos camnar de un lado a otro a miles de sacerdotes que intentan ser fieles a su vocación llevando las almas a Cristo. Pasarán desapercibidas todas las personas, las familias que en este domingo de agosto acudirán a celebrar la eucaristía en cualquier templo del mundo. Callarán los medios ante tantas buenas personas que, a pesar de todos los pesares, siguen profesando el credo, intentan cumplir los mandamientos, piden perdón por sus pecados, enseñan a rezar a sus hijos, ayudan a los pobres y cada día alaban a Dios de corazón.
Estos son hoy el sostén de la Santa Madre Iglesia. Por eso cuando vemos la tormenta, nos asustan las cosas y el futuro pinta sombrío, nos asomamos a esta sencilla y profunda realidad compuesta de claustro, capilla, parroquia, familia, asociaciones, grupos y personas que, en su más absoluta sencillez, son hoy el auténtico rostro que nos muestra la misericordia y la salvación que se nos dan de parte de Dios. 
Padre Jorge

Santa Clara: Dios es el todo, el que da a todo su sentido (P Santiago Martín)

Duración 8:48 minutos

martes, 8 de agosto de 2017

Delante del sagrario y al lado del que sufre: eso es ser católico (P Santiago Martín)

Duración 4:55 minutos

Cambio de nombre del Blog


Cuando separé el blog inicial "El Blog católico de José Martí" en dos, a éste le di el título de Il Trovatore, reservando el título "El Blog católico de José Martí" para el otro. Posteriormente pensé en que sería difícil llegar a darlo a conocer con el nuevo título de "Il Trovatore". Entonces me limité a añadir un (1) al primero y éste recibió entonces el nombre de "Blog católico de José Martí (2)".

Pero, por razones que ni yo mismo sé, he resuelto volver a los inicios. Y seguir llamando a este Blog como se llamó desde sus orígenes. En principio es algo irrelevante, pero a mí me gusta seguir llamándolo así. ¿Por qué no compartir este deseo con los demás, cambiando el nombre? Pues eso es lo que he hecho.

Resumiendo: A partir de ahora, el título "Blog católico de José Martí (2)" desaparece y se cambia por el inicial. Su nombre será pues "Il Trovatore". No sé si esto aumentará la dificultad de encontrarlo. Pero a quien le interese ya se buscará sus trucos para conseguirlo. El blog es el mismo (es decir, su contenido). Y la url no varía: 


martes, 25 de julio de 2017

Himno al apóstol Santiago


Duración 3:35 minutos

Himno al Apóstol Santiago
(Cantado mientras funciona el Botafumeiro)


Santo Adalid, Patrón de las Españas,
Amigo del Señor;
defiende a tus discípulos queridos,
protege a tu nación.

Las armas victoriosas del cristiano
venimos a templar
en el sagrado y encendido fuego
de tu devoto altar.

Firme y segura
como aquella Columna
que te entregó la Madre de Jesús
será en España
la santa Fe cristiana,
bien celestial que nos legaste Tú

(Bis)

¡Gloria a Santiago,
Patrón insigne!
Gratos, tus hijos,
hoy te bendicen.

A tus plantas postrados te ofrecemos
la prenda más cordial de nuestro amor.
¡Defiende a tus discípulos queridos!
¡Protege a tu nación!

María Magdalena (P Santiago Martín)

Duración 8:13 minutos

sábado, 15 de julio de 2017

Breve explicación del Avemaría ( San Luis María Grignion de Montfort



¿Estáis en la miseria del pecado? Invocad a la divina María; decidle: “Ave”, que quiere decir: “Te saludo con profundo respeto, oh Señora, que eres sin pecado, sin desgracia.” Ella os librará del mal de vuestros pecados.

¿Estáis en las tinieblas de la ignorancia o del error? Venid a María; decidle: “Ave, María”, es decir: “Iluminada con los rayos del sol de justicia.” Ella os comunicará sus luces.

¿Estáis separados del camino del cielo? Invocad a María, que quiere decir: Estrella del mar y Estrella polar que guía nuestra navegación en este mundo. Ella os conducirá al puerto de eterna salvación.

¿Estáis afligidos? Recurrid a María, que quiere decir: “mar amargo”, que fue llena de amarguras en este mundo, al presente cambiada en mar de purísimas dulzuras en el cielo. Ella convertirá vuestra tristeza en alegría y vuestras aflicciones en consuelos.

¿Habéis perdido la gracia? Honrad la abundancia de gracias de que Dios llenó a la Santísima Virgen; decidle: “Llena de Gracia” y de todos los dones del Espíritu Santo. Ella os dará sus gracias.

¿Os sentís solos y abandonados de Dios? Dirigíos a María y decidle: “El Señor es contigo” más noble e íntimamente que en los justos y los santos, porque eres con Él una misma cosa; pues, siendo tu Hijo, su carne es tu carne y, dado que eres su Madre, estás con el Señor por perfecta semejanza y mutua caridad. Decidle, en fin: “Toda la Trinidad Santísima está contigo, pues Tú eres su Templo precioso.” Ella os colocará bajo la protección y salvaguardia de Dios.

¿Habéis llegado a ser objeto de la maldición de Dios? Decid: “Eres bendita entre todas las mujeres” y de todas las naciones por tu pureza y fecundidad; Tú cambiaste la maldición divina en bendición. Ella os bendecirá.

¿Estáis hambrientos del pan de la gracia y del pan de la vida? Acercaos a la que ha llevado el pan vivo que descendió del cielo; decidle: “Bendito es el fruto de tu vientre”, que concebiste sin detrimento de tu virginidad, que llevaste sin trabajo y que diste a la vida sin dolor. Sea bendito “Jesús”, que rescató del cautiverio al mundo, que curó al mundo enfermo, resucitó al hombre muerto, hizo volver al desterrado, justificó al hombre criminal, salvó al hombre condenado. Sin duda vuestra alma será saciada del pan de la gracia en esta vida y de la gloria eterna en la otra. Amén.

Concluid vuestra oración con la Iglesia, y decid: “Santa María”, santa en cuerpo y alma, santa por tu abnegación singular y eterna en el servicio de Dios, santa en calidad de Madre de Dios, que te ha dotado de una santidad eminente, como convenía a tan infinita dignidad.

“Madre de Dios” y también Madre nuestra, nuestra Abogada y Mediadora,Tesorera y Dispensadora de las gracias de Dios, procúranos prontamente el perdón de nuestros pecados y nuestra reconciliación con la Majestad divina.

“Ruega por nosotros, pecadores”, pues tienes tanta compasión con los miserables, que no desprecias ni rechazas a los pecadores, sin los cuales no serías la Madre del Salvador.

“Ruega por nosotros ahora”, durante el tiempo de esta corta vida frágil y miserable; “ahora”, porque sólo nos pertenece el momento presente; ahora, que estamos acometidos y rodeados noche y día de poderosos y crueles enemigos.

“Y en la hora de nuestra muerte”, tan terrible y peligrosa, en que nuestras fuerzas estarán agotadas, en que nuestros espíritus y nuestros cuerpos estarán abatidos por el dolor y el terror; en la hora de nuestra muerte, en que Satanás redoblará sus esfuerzos por nuestra eterna perdición; en esa hora en que se decidirá nuestra suerte dichosa o desgraciada para toda la eternidad. Ven en auxilio de tus pobres hijos; Oh Madre compasiva, abogada y refugio de los pecadores; aleja de nosotros en la hora de la muerte a los demonios, enemigos y acusadores nuestros, cuyo aspecto horroroso nos espanta. Ven a iluminarnos en las tinieblas de la muerte. Condúcenos, acompáñanos al tribunal de nuestro Juez, tu Hijo, intercede por nosotros para que nos perdone y nos reciba en el número de tus escogidos en la mansión de la gloria eterna.

“Amén.” Así sea.

¿Qué significa dejarlo todo? (Padre Santiago Martin)

Duración 6:15 minutos

martes, 11 de julio de 2017

Nos da miedo disgustar al mundo (Padre Custodio Ballester)

Duración 5:35 minutos


El respeto humano con frecuencia atenaza nuestra vida cristiana y seguimiento de Cristo. Es una forma de proceder (acción u omisión) en la que, en vez de buscar la verdad de Cristo y hacer su voluntad la persona se deja llevar por la preocupación de cómo otros reaccionarán. Es una actitud reprensible.

Antes de actuar es justo tomar en cuenta la opinión de otros, pero sólo para ayudarnos a formar un juicio de conciencia en el que se busca la verdad y la justicia y no aplacar los injustos intereses de los hombres. Por respeto humanos se llega a la negación de Cristo o al abandono de los compromisos cristianos. Esta actitud es contraria al amor y obediencia que le debemos a Dios por encima de todos.

Por todo aquel que se declare por mí ante los hombres, yo también me declararé por él ante mi Padre que está en los cielos; pero a quien me niegue ante los hombres, le negaré yo también ante mi Padre que está en los cielos. Mateo 10, 32-33