La pregunta es legítima y merece una respuesta amplia y detallada.
Pero responderé fundándome no en mi capacidad personal, sino en la autoridad de la Ley divina y en la enseñanza del Magisterio eclesiástico.
Oigamos, pues, a Moisés: que él nos diga por qué de tanto en cuando Dios permite que hombres doctos, incluso llamados profetas por el Apóstol a causa de su ciencia (1 Cor 13, 2) se pongan a enseñar nuevos dogmas que el Antiguo Testamento llama, en su estilo alegórico, divinidades extranjeras (Dt 13, 2) (Realmente los herejes veneran sus propias opiniones tanto como los paganos veneran sus dioses).
Moisés escribe: Si en medio de ti se levanta un profeta o un soñador -es decir, un maestro confirmado en la Iglesia, cuya enseñanza sus discípulos y auditores estiman que proviene de alguna revelación- que te anuncia una señal o un prodigio, aunque se cumpla la señal o el prodigio ... (Dt 13, 1-3).
Ciertamente, con estas palabras se quiere señalar un gran maestro, de tanta ciencia que pueda hacer creer a sus seguidores, que no solamente conoce las cosas humanas, sino que también tiene la presciencia de las cosas que sobrepasan al hombre. Poco más o menos esto es lo que de Valentín, Donato, Fotino, Apolinar y otros de la misma calaña creían sus respectivos discípulos.
¿Y cómo sigue Moisés? ... y te dice: vamos detrás de otros dioses, que tú no conoces, y sirvámoslos. ¿Qué son estos otros dioses sino las doctrinas erróneas y extrañas? Que tú no conoces, es decir, nuevas e inauditas. Y sirvámoslas, o sea, creámoslas y sigámoslas.
Pues bien, ¿qué es lo que dice Moisés en este caso?: No escuches las palabras de ese profeta o ese soñador.
Pero yo planteo la cuestión: ¿Por qué Dios no impide que se enseñe lo que El prohíbe que se escuche?
Y Moisés responde: Porque te está probando Yahvé, tu Dios, para ver si amas a Yahvé con todo tu corazón y con toda tu alma.
Así, pues, está más claro que la luz del sol el motivo por el que de tanto en cuando la Providencia de Dios permite maestros en la Iglesia que prediquen nuevos dogmas: porque te está probando Yahvé.
Y ciertamente que es una gran prueba ver a un hombre tenido por profeta, por discípulo de los profetas, por doctor y testigo de la verdad, un hombre sumamente amado y respetado que, de repente, se pone a introducir a escondidas errores perniciosos.
Tanto más cuanto que no hay posibilidad de descubrir inmediatamente ese error, puesto que le coge a uno de sorpresa, ya que se tiene de tal hombre un juicio favorable a causa de su enseñanza anterior; y se resiste uno a condenar al antiguo maestro al que nos sentimos ligados por el afecto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.