en secreto, que
nadie me veía,
ni yo miraba
cosa,
sin otra luz y
guía
sino la que en
el corazón ardía
La belleza de esta estrofa es tal que cualquier
comentario la estropearía. Sólo cabría repetirla, una y otra vez, en nuestro
interior, por si el Señor, en su inmensa bondad, quisiera concedernos esos
sublimes sentimientos con relación a Él; o al menos que se les parecieran
mucho.
¿Noche dichosa? ¿Cómo es esto posible? Decía
Jesús: "Es necesario que
nosotros hagamos las obras de Aquél que me ha enviado mientras es de día; pues llega
la noche, cuando nadie puede trabajar" (Jn 9, 4). Se trabaja durante el día; y la noche es para
descansar.
Una poesía como ésta puede tener infinidad de
interpretaciones, y todas ellas válidas si nos conducen al amor de Jesucristo,
pues ése es su origen y también su finalidad. Lo primero que se me ocurre es
que el día se refiere a nuestra existencia ... "mientras es de día"
sería equivalente a decir: "mientras vivimos" ... pues queda claro
que sólo es posible actuar si estamos vivos; aunque no se trata de actuar de
cualquier manera, sino de hacer las obras del Padre: "Esta es la obra de Dios: que creáis en quien Él ha enviado" (Jn 6, 29). De modo que la
fe en Jesucristo es para esta vida ("mientras
es de día"). Y esta fe en Aquél que el Padre ha enviado es aquí y ahora cuando debe
de manifestarse : "Ya es hora de que
despertéis del sueño" (Rom 13, 11) nos dice el
apóstol Pablo.
Nos jugamos todo en este despertar, pues lo que entra en juego no es ya la felicidad en esta vida, sino el
porvenir que nos aguarda en la vida futura, es decir, nuestra salvación eterna; una
salvación que sólo Dios puede conceder, y que se encuentra en la unión con
Jesucristo ... pero debemos estar atentos porque en esta unión con Cristo, su voluntad es muy clara con relación a cada uno de nosotros: "Me robaste el corazón, hermana mía,
esposa" (Cant 4,9) ... "dame a ver tu
rostro, dame a oir tu voz" (Cant 2, 14).
Enamoramiento de Jesús que le llevó a dar su Vida para que pudiéramos salvarnos
y tenernos junto a Él: "Padre, quiero que donde Yo estoy también estén
conmigo los que me has confiado" (Jn 17, 24). Pero, ¿es también clara
nuestra voluntad de contestarle con un sí
total y definitivo a sus requerimientos de amor ... tal y como respondió la
esposa del Cantar: "Yo soy para mi Amado y a mí tienden todos sus anhelos" (Cant 7, 11)?
Dios, que es Amor, ha dejado en nuestras manos
la posibilidad de salvarnos, si es que queremos tener parte con Él. Al estar
completamente definido su amor para con nosotros (¡y eso es seguro!),
para que este amor llegue a plenitud es preciso que también nuestro amor por Él
esté igualmente definido por completo y en totalidad (...¡y eso, en
cambio, es lo que falta por ver!).
De este modo se aclara la dificultad que algunos
piensan que existe entre la justicia, la verdad y la misericordia divinas. Su Misericordia y su Amor son
infinitos -y nos lo ha
demostrado haciéndose hombre y dando voluntariamente su Vida por nosotros- pero Él es la Verdad, y esta verdad,
que coincide con su Amor, requiere
en Justicia -y para que el
amor sea verdadero amor, es decir, recíproco y en totalidad- una respuesta amorosa y libre por
nuestra parte. Dios está
atado por su Palabra, de modo que si nuestra respuesta a su amor es de rechazo,
Él no puede sino respetar nuestra decisión, pues el Amor jamás puede imponerse
a nadie.
Por eso es tan importante "trabajar"
mientras es de día; un trabajo
que consiste en hacer la
voluntad de Dios, o sea, creer
en Jesucristo y amarlo, como lo único que da sentido a nuestra vida y
hace de ella una aventura ... sin olvidar el significado, rectamente
entendido, de la palabra amor: "Si me amáis,
guardaréis mis mandamientos" (Jn 14, 9) ... "El que acepta mis mandamientos y los
guarda, ése es el que me ama" (Jn 14, 21) ..."Si guardáis mis
mandamientos permaneceréis en mi amor, como Yo he guardado los mandamientos
de mi Padre y permanezco en su Amor" (Jn 15, 10), etc. En todas estas expresiones queda
suficientemente claro que nuestra
actitud no puede ser pasiva y
que el amor no puede quedarse
en palabras, si es verdadero amor.
(Continuará)
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