martes, 7 de julio de 2015

Breve comentario a la Noche Oscura del Alma de San Juan de la Cruz (4.4)

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4.5
5 a 8

4. Aquesta me guiaba
más cierto que la luz del mediodía
adonde me esperaba
quien yo bien me sabía
en sitio donde nadie aparecía.

En realidad de verdad, la poesía (la "verdadera" poesía, como es ésta de San Juan de la Cruz) no puede explicarse. Todo intento de hacerlo está destinado al fracaso (incluso la interpretación que el propio San Juan de la Cruz hace de su propia poesía, también). Parece como si una vez que ha salido a la luz, para que todos puedan enriquecerse con su lectura, entonces la poesía adquiere vida propia ... Y la vida no puede definirse, no puede encerrarse en los estrechos límites de las palabras, por hermosas que éstas sean. 


La poesía de San Juan de la Cruz es un canto bello y amoroso a Jesucristo; aunque -todo hay que decirlo- la propia poesía, que en sí misma es sublime, se queda a años-luz de lo que el poeta querría explicar, a los demás y a sí mismo, es decir, la realidad del Amor de Dios.

Lo sublime está más allá de nuestras posibilidades de captación. El Amor, que se identifica con Dios: "Dios es Amor" (1 Jn 4,8) no puede ser apresado por nadie [ y esto vale incluso para el mero amor humano, pues el hombre fue creado a imagen y semejanza de Dios]. Dios está muy por encima de nuestros conceptos o imágenes ... Pero una vez que este Amor se ha manifestado a los hombres en Jesucristo ... ¡y lo hemos podido ver y tocar! (cfr 1 Jn 1-4) ... desde entonces Dios no es ya Algo abstracto, como pensaban los filósofos, sino que es Alguien y, además, un Alguien que, desde la venida de Jesucristo al mundo, no nos es ya inaccesible, pues "Dios Unigénito, que está en el seno del Padre, Él mismo nos lo ha dado a conocer" (Jn 1, 18). 

"Sabemos -continúa diciendo san Juan en otro lugar- que vino el Hijo de Dios y nos dió entendimiento para que conociéramos al que es Verdadero. Y nosotros estamos en el que es Verdadero, en su Hijo Jesucristo. Éste es el Dios verdadero y la Vida eterna" (1 Jn 5, 20).



¿Por qué actuó Dios así? ¿Por qué se hizo hombre? Misterio de los misterios y, por lo tanto, incomprensible ... Sin embargo, es completamente real. La respuesta tiene un nombre, y es ésta: por Amor. En Jesucristo se ha revelado el Amor de Dios por nosotros: Jesucristo, Dios verdadero y hombre verdaderoSiendo Dios como era, la segunda Persona de la Santísima Trinidad (el Hijo) obediente a su Padre, tomó nuestra naturaleza humana en el seno virginal de María y se hizo uno de nosotros, "en todo igual que nosotros, excepto en el pecado" (Heb 5, 15).

Muchas cosas dijo e hizo Jesús a lo largo de sus tres años de vida pública. Pero lo más admirable de todo es que la razón fundamental que le llevó a actuar así es para conseguir nuestro amor. Su Amor hacia nosotros era una realidad, pero desconocida. Se trataba de un Amor incompleto, por decirlo de alguna manera, en el sentido de que tal Amor no podía ser correspondido por el hombre, de ninguna de las maneras: el amor se da entre iguales y, además, requiere de los sentidos, por nuestra parte: No tenemos otro modo de poder amar. 

Pero, ¿cómo íbamos a amar a Dios, a quien nadie ha visto jamás? Y es aquí donde interviene Dios, de modo ciertamente incomprensible e inimaginable. Él quiere ser nuestro Amigo (de cada uno en particular). Por eso toma nuestra naturaleza humana y se hace un niño, para que podamos besarlo y abrazarlo ... y quererlo, en una palabra, lo que de otro modo hubiera sido imposible.


 "Ya no os llamo siervos ... sino amigos" (Jn 15, 15), nos dijo, enseñándonos aquello en lo que consiste la verdadera amistad y el verdadero amor: "Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos ..." (Jn 15, 13-14a) 

Por otra parte, el verdadero amor supone siempre la reciprocidad entre los amantes.La amistad, al igual que el amor, se manifiestan como auténticos en la reciprocidad: yo para tí y tú para mí

Así lo encontramos en el Cantar de los cantares, en donde el Esposo (Jesús) dice a la esposa (cada uno de nosotros): "Dame a ver tu rostro, dame a oír tu voz, que tu voz es suave y es amable tu rostro" (Cant 2, 14). Eso es lo que Dios quiere con relación a nosotros: nuestro amor, nuestra amistad. Y nuestra respuesta no puede -no debería- ser otra que la de la esposa del Cantar: "Yo soy para mi Amado y a mí tienden todos sus anhelos" (Cant 7, 11).  "Mi Amado es para mí y yo para Él " (Cant 2, 16). 

Jesús, además de ser nuestro Dios, nuestro Creador, nuestro Señor, desea ser -sobre todo- nuestro Amigo y nos lo hace saber con súplicas, dirigidas a lo más hondo de nuestro corazón: "Mira que estoy a la puerta y llamo. Si alguno oye mi voz y abre la puerta, Yo entraré a él y cenaré con él y él conmigo" (Ap 3, 20). No dice cenaremos juntos, sino Yo con él y él conmigo, indicando así la atmósfera de intimidad que Dios quiere que exista entre Él y nosotros, una atmósfera propia de los que están enamorados. Eso -y no otra cosa- es lo que Él nos está pidiendo a cada uno: nuestro yo, nuestra persona, nuestro corazón.
(Continuará)

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